En términos meteorológicos, una helada ocurre cuando la temperatura del aire desciende a 0 °C o menos, medida a 1,5 metros del suelo en una garita meteorológica. Sin embargo, desde el punto de vista agronómico, ya se considera una situación de riesgo cuando la temperatura baja a 3 °C en la garita y llega a 0 °C a solo 5 cm del suelo.
La amenaza principal es la congelación del agua dentro de los tejidos vegetales. Si la temperatura desciende por debajo de un umbral crítico, puede producirse un daño fisiológico irreversible en las células de la planta. Este umbral varía según el tipo de cultivo y su etapa fenológica. En frutales subtropicales, las heladas suelen causar daños durante el invierno; en cambio, en especies tropicales, como el maracuyá, mamón o mango, pueden sufrir daños por enfriamiento incluso con temperaturas por encima de cero.
Conocer el tipo de helada marca la diferencia
Stolar destaca la importancia de distinguir entre distintos tipos de heladas para tomar decisiones acertadas: Helada blanca: es la más común. Se forma en noches frías y húmedas cuando el vapor de agua se deposita como escarcha. Al formar esa capa de hielo, se libera algo de calor, lo que puede atenuar el daño.
Helada negra: más peligrosa. Aparece en noches secas, sin escarcha visible. El frío penetra directamente en los tejidos vegetales, quemando brotes y flores, que adquieren un tono oscuro.
Además, existen dos mecanismos principales que dan origen a una helada:
Irradiación: ocurre en noches calmas y despejadas, típicas del otoño o primavera. El calor del suelo se pierde hacia la atmósfera. Afecta principalmente las capas bajas del aire.
Advección: asociada a masas de aire polar que ingresan desde otras latitudes, acompañadas de viento. Al no haber inversión térmica, es más difícil de controlar.
Muchas veces, ambos mecanismos se combinan: primero la advección, luego varias noches de irradiación.
Cómo prevenir daños: prácticas activas y pasivas
• Métodos activos: se aplican durante la noche crítica para mitigar los efectos del frío. Requieren energía, logística y trabajo coordinado:
• Riego por aspersión: genera una capa de hielo controlada sobre brotes y flores. Durante la congelación, se libera calor, evitando que la temperatura del tejido vegetal siga descendiendo.
• Métodos pasivos: no requieren intervención directa durante la helada, pero exigen planificación:
• Elección del sitio de plantación: las lomas suaves y las pendientes con buena exposición solar son preferibles frente a hondonadas donde se acumula aire frío.
• Suelo húmedo: retiene más calor durante el día y lo libera durante la noche.
• Cortinas rompevientos: barreras vegetales que frenan el avance del aire frío.
• Mantas térmicas o cobertores: resguardan las partes más sensibles del cultivo.
• Manejo sanitario y nutricional del cultivo: una planta sana resiste mejor las bajas temperaturas.
Anticiparse es clave
“El invierno siempre trae el mismo desafío: cuidar el trabajo de todo el año”, señala Stolar. Y agrega: “En las chacras de Misiones, donde predominan cultivos tropicales, las heladas son un enemigo silencioso pero conocido. Con previsión, información y algo de organización, podemos minimizar los riesgos”.
Para el especialista, proteger los cultivos no solo es cuidar una cosecha: “Es cuidar alimentos, empleo e inversión. Estemos atentos, planifiquemos bien y defendamos nuestra producción”.
Registro de precipitaciones
La Red de Estaciones de Agrometeorología del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Misiones compartió los registros de precipitaciones acumuladas durante el mes de junio, así como una marca térmica destacada por su intensidad.
• Montecarlo: 356 mm
• Andresito: 336,5 mm
• San Antonio: 317 mm
• Irigoyen: 278 mm
• Cerro Azul: 275,8 mm
• Posadas: 187 mm
Estos valores corresponden a los puntos de medición donde se encuentran las estaciones y no deben generalizarse a toda la provincia. Junio también trajo bajas temperaturas y las primeras heladas. El 24 de junio se registró una mínima de -7,1 °C a 5 cm del suelo en la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) del INTA en Cerro Azul.
Colaboración de Francisco Pascual y Martín Ghisio. Fotografías: Sofía Ayala, Fernando Morel y Antonio Cardozo.