La Argentina enfrenta un escenario de tensión en el mercado de la carne vacuna por la conjunción de dos fenómenos: una caída pronunciada del stock bovino y una incipiente mejora del poder adquisitivo que podría elevar el consumo interno.
La advertencia fue formulada por la Mesa de las Carnes, integrada por referentes de las cadenas bovina, porcina y aviar, durante una conferencia de prensa realizada este último jueves en Buenos Aires.
El rodeo nacional se redujo en casi 2,6 millones de cabezas en los últimos dos años, producto de la sequía prolongada, la mortandad de animales y las ventas forzadas. Según datos del Senasa, a principios de 2025 el stock era de 51,6 millones de cabezas, el nivel más bajo desde 2012.
La escasez de hacienda afecta tanto al consumo doméstico como a la industria exportadora, y si no se revierte podría impactar en los precios al consumidor.
“Vamos a tener el problema de que, si se efectiviza a lo largo de este año la recomposición salarial, vamos a tener una mayor demanda de consumo, que representa el 70% del total, y no vamos a tener animales para dar respuesta a eso, con lo cual eso también va a disparar el precio”, explicó Sebastián Bendayán, gerente de la Cámara de Frigoríficos de Santa Fe (CAFRISA).
La situación es crítica también para los frigoríficos, muchos de los cuales trabajan con altos niveles de capacidad ociosa por la falta de animales terminados. A pesar de que la demanda externa se mantiene firme, la falta de hacienda limita las posibilidades de crecimiento.
“La Argentina arrastra el mismo stock que hace 45 años: en 1978 teníamos 50 millones de cabezas y 25 millones de habitantes. Hoy tenemos 46 millones de personas y seguimos con las mismas cabezas”, graficó Ernesto Lowenstein, empresario y dirigente de la Unión de la Industria Cárnica Argentina (UNICA).
Durante 2024, el consumo de carne vacuna per cápita se ubicó en 47,7 kilos por año, el segundo nivel más bajo desde que se iniciaron los registros en 1914. En mayo pasado se registró una leve recuperación hasta 49,5 kilos, unos 200 gramos más por habitante respecto del mismo mes de 2024. Si esta tendencia se profundiza y no se amplía la oferta, los precios podrían volver a subir.
Miguel Jairala, del Consorcio de Exportadores ABC, subrayó que la competitividad de Argentina está comprometida.
“Pagamos por los animales entre un 25 y un 30% más que nuestros competidores brasileños. Eso nos resta rentabilidad y ya provocó una fuerte caída en las exportaciones a China, nuestro principal mercado”, indicó.
Según los referentes del sector, uno de los principales problemas es la falta de previsibilidad para los productores. “No se les ha dado un marco de reglas claras para que aumenten su producción y sus animales tengan más kilos”, planteó Bendayán. Y agregó: “Después de dos años y medio de trabajo, el productor se encuentra con mercados cerrados o sin rentabilidad”.
En la misma línea, Dardo Chiesa, coordinador de la Mesa Nacional de las Carnes, dijo que “el productor ganadero viene muy golpeado, muy machucado, y lo han tenido en penitencia durante muchos años. Necesita creer para iniciar un proceso a largo plazo y mejorar la eficiencia”.
Además de las dificultades productivas, el sector también apunta a deficiencias en el rol del Senasa. Según los empresarios, el organismo sanitario nacional atraviesa una crisis por falta de personal y recursos, lo que afecta tanto los controles de consumo interno como la certificación para exportación.
“Senasa está en una situación crítica. Hay provincias donde los controles deben ser asumidos por organismos locales porque no hay suficientes inspectores”, detalló Bendayán.
Lowenstein, por su parte, señaló que el Senasa debería autofinanciarse con los fondos que recauda por sus servicios, pero que ese dinero termina en las arcas del Estado.
“Lamentablemente, el Senasa no está a la altura de las necesidades actuales”, afirmó. El desbalance también se refleja en la desigualdad de exigencias sanitarias. “No puede ser que tengamos certificaciones distintas para exportación y para consumo interno”, cuestionó Chiesa.