Este 10 de junio es el Día de la Seguridad Vial, una fecha que invita a reflexionar sobre la situación del tránsito en nuestro país y a renovar el compromiso con la movilidad segura y sostenible.
Según datos oficiales de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), en 2024, un total de 4.027 personas murieron en siniestros viales (3.357) en la República Argentina, lo que representa una cifra decreciente en la última década, de acuerdo al informe nacional.
Sin embargo, para muchos, la realidad es otra. La duda persiste en los datos oficiales -con las provincias como fuentes de información de la ANSV- teniendo en cuenta la “anarquía vial” que se vive día a día en rutas nacionales, provinciales, calles, avenidas, autopistas y autovías del país.
El ingeniero Fabián Pons, presidente del Observatorio Vial Latinoamericano (OVILAM) habló con la FM 89.3 Santa María de las Misiones y criticó la “mediocridad” que existe en los municipios, las provincias y la Nación para aunar datos concretos y coincidentes acerca de la siniestralidad. “Cuando vamos a ver los datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, que toma como fuente a los datos de las provincias, la mortalidad está bajando, ¿alguien lo cree? Yo no”, apuntó.
“Estamos viendo datos del 2022 donde hubo 4.711 muertos y datos publicados ayer, del año 2024, hablan de 4 mil y piquito. O sea, hicimos todo mal y ¿bajamos un 18% la mortalidad? Seríamos el ejemplo del mundo o los números no son creíbles. Tenemos que sincerar el problema”.
Resaltó que “esto es como el enfermo que niega su enfermedad y la esconde y adultera los datos que salen de los análisis. No sirve engañarnos” sumó y apuntó que todos se pasan la pelota: de Nación a las provincias, de las provincias a los municipios, “hay mucha mediocridad y nadie empieza”, dijo. “Es muy difícil poder salir de esta situación si no se cuenta con una política de estado con una modificación de leyes de raíz”, resaltó.
Anarquía vial
El especialista comentó que en el país existe un “problema de raíz cultural” por la pérdida de los valores culturales y que definen la “inseguridad vial” de hoy. “Las normas de tránsito están basadas en principios culturales de respeto al prójimo: la luz roja no tiene un poder sobrenatural que para a los autos, sino que es un contrato social que indica que cuando hay una luz roja en un semáforo hay que parar, así ocurre con los sentidos de circulación, el no uso de la banquina, etc. Cuando rompemos esos contratos sociales entramos en una anarquía vial”, ejemplificó Pons.
Reiteró el cuestionamiento al “falso federalismo en el tránsito” entre municipios, provincias y Nación, y apuntó al “factor humano” como principal problema. Para Pons, hay que planificar a corto, mediano y largo plazo pero con “gente idónea” en cada área. “En general, no hay gente idónea que pueda hacer esta planificación, es gente de la política”, apuntó. Entonces, “estamos lejos de encontrar una solución una problemática que tiene múltiples aristas, muchos factores que requiere muchos especialistas en las distintas áreas y eso no aparece”, expuso.
Después, la otra pata del problema es el ciudadano que se rige por su ley: “Yo puedo hacer uso y abuso del espacio público mientras no me toque a mí. Y ese es el otro problema: disfrutamos de la anarquía mientras yo sea el que abusa, pero cuando me siento abusado ahí protesto. Este sistema es así”, criticó.
“Si queremos ir a un sistema de tránsito controlado, respetuoso, tenemos que empezar por respetar las normas”, apuntó y destacó que “si a mí no me gusta que se me crucen adelante o que me molesten, yo tampoco tengo que molestar ni cruzarme adelante ni andar por la banquina, respetar la velocidad de los carriles y tantas otras cosas”.
Una ley de tránsito unificado: otorgamientos de licencias más estrictos, educación y concientización vial
Para Pons, el primer paso de un proceso a largo plazo es “unificar todos los criterios de tránsito” a nivel país, no federalizar el sistema. “No puede ser que yo para circular por Misiones tenga unos requisitos que sean distintos a los de Córdoba o a los de la ciudad de Buenos Aires. Que el nivel de exigencia para sacar una licencia de conducir sea igual en todos lados, no que haga un cambio de domicilio porque acá es más fácil, o que la VTV existe en un lugar y en otro no, o que los niveles de alcohol son distintos. Eso sirve para recaudar, para hacer multas tontas”, criticó el ingeniero.
“Hay que trabajar fuertemente en educación vial, en concientización pero de primer nivel, no a la antigua, en mucho control, sanciones acordes a las faltas que se cometen, un otorgamiento de licencias mucho más exigentes acompañando los tiempos que corren, cambios en las normativas”, resaltó.
En su visión personal, dijo que primero, en una “tarea titánica”, mandaría un proyecto de ley para modificar la Constitución y que el tránsito esté “unificado”. Hoy, con un sistema federalizado, provincias y municipios tienen el poder de elegir adherirse o no a las normativas de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, como ocurrió hace poco con la licencias. “Es un aquelarre”, dijo Pons.
Como segunda medida, “trataría de rodearme de la mejor gente que encuentre en cada área para poder trabajar en lo que es educación vial: trataría de buscar al mejor pedagogo de la Argentina y le enseñaría seguridad vial, pero que haga contenidos pedagógicos que sirvan y lo haría obligatorio en la currícula de todas las escuelas”, comentó y además, “tendría un sistema de otorgamiento de licencias de conducir muchísimo más exigente que el actual, copiando modelos que ya existen”, dijo, ejemplificando el modelo australiano como exitoso y de su agrado.
Luego, “empezar a trabajar en concientización de segundo o tercer nivel, en modificar leyes que son tontas o que son de cumplimiento imposible o que son solamente declamatorias. Si yo hago una ley que no puedo controlar, es letra muerta. Entonces, no es cuestión de saturar de leyes, es de tener pocas pero controlables”, destacó el referente en seguridad vial.
Controles dinámicos, no recaudatorios
Por último, Pons se refirió a la implementación de controles dinámicos, al ritmo del tránsito, y no estático o electrónico “que está más referido a la recaudación que a la seguridad vial”, dijo. “No se hacen los controles donde se deben, sino donde podemos hacer caer más giles. Todo ese tipo de cuestiones, hay que trabajarlas al unísono”, apuntó.
Hoy por hoy, dijo, “los controles viales que tenemos son controles administrativos. Pedirte licencia de conducir, seguro y cédula verde, no es un control vial”, advirtió y adicionó que “control vial es otra cosa: ver si tenés el cinturón de seguridad colocado o el casco colocado o si tenés las cubiertas en condiciones o tantas otras cosas”.
“Lo primero que arroja resultados positivos son los controles y lo último es la educación, porque la educación requiere todo un proceso. Ahora, no podemos dejar de educar hoy. Si yo empiezo a educar hoy al chico de 6 años, va a tener una licencia de conducir dentro de 12. Pero no me importa, tengo que empezar a educar hoy, es sembrar semillita por semillita y esperar que florezca”, cerró.