El mercado laboral argentino atraviesa un momento de reconfiguración silenciosa, pero persistente.
Frente a ese escenario, el 34% de los trabajadores argentinos planea cambiar de empleo, impulsados por la baja remuneración y la búsqueda de un mayor equilibrio entre vida personal y trabajo, según un informe de Randstad, una empresa global de servicios de recursos humanos.
Aunque el contexto económico suele fomentar la cautela, el deterioro del poder adquisitivo superó esa barrera, y la rotación laboral comienza a ser un reflejo de la insatisfacción creciente.
El fenómeno se acentúa entre perfiles operativos y digitales, mientras que los profesionales muestran mayor estabilidad. Aun así, el deseo de cambio atraviesa todos los sectores y se fortalece especialmente entre los más jóvenes, menos condicionados por compromisos financieros y más abiertos al riesgo. Más allá del salario, los trabajadores valoran el bienestar, el desarrollo profesional y el sentido del trabajo.
Las empresas que no atiendan estas demandas corren el riesgo de perder talento en un mercado que ya no se rige solo por cifras, sino también por calidad de vida. La rotación laboral es más que un dato: es un síntoma. Escucharlo es clave para construir organizaciones más sostenibles y humanas.









