“Salir con mi hijo en colectivo es un calvario”: el reclamo de un padre por la falta de accesibilidad en las unidades del Grupo Z
Javier Espósito denunció las fallas sistemáticas del servicio de transporte urbano para personas con discapacidad. “Los colectivos no tienen rampas o están rotas”, apuntó.
La última sesión del Concejo Deliberante de Posadas se detuvo por completo cuando Javier Espósito pidió la palabra. Con la voz firme pero que por momentos parecía a punto de quebrarse, este padre interrumpió la rutina legislativa con un testimonio que conmovió a todos los presentes. No traía papeles, solo una verdad cruda sostenida por años de lucha: la imposibilidad de viajar dignamente en colectivo junto a su hijo, que se moviliza en silla de ruedas
Durante varios minutos, el recinto dejó de ser escenario de debates políticos para convertirse en una caja de resonancia del dolor y la impotencia que sienten muchas familias cada vez que enfrentan un transporte urbano que les niega lo básico. Javier no habló solo por su hijo que estaba presente. Su mensaje, cargado de frustración, resiliencia y amor, representó a cientos de personas invisibilizadas por un sistema que no contempla las necesidades más elementales.
MICRÓFONO EN MANO. Javier Espósito denunció la falta de accesibilidad en las unidades de colectivo del Grupo Z.
“Salir con mi hijo en colectivo es un calvario. Hay días en que directamente tengo que cargarlo a él y llevar la silla a cuestas porque los colectivos no tienen rampas o están rotas”. Con esas palabras, Javier Espósito expuso en diálogo con PRIMERA EDICIÓN el padecimiento que enfrenta a diario como padre de un joven con discapacidad motriz.
Su testimonio refleja una problemática estructural que afecta a decenas de familias de la ciudad: la inaccesibilidad del transporte público urbano, donde el Grupo Z tiene la concesión del 90% de las líneas.
Espósito relató que su hijo, de 18 años, usa silla de ruedas desde los dos. “Hace 16 años que venimos padeciendo lo mismo. Nada cambió. Siempre hay una excusa: que no tienen la llave de la rampa, que no funciona, que no hay espacio, o que el colectivo no está adaptado”, dijo.
Señaló que muchas veces deben esperar varios vehículos hasta que alguno tenga condiciones mínimas para poder subir, lo que retrasa su rutina diaria y en muchas ocasiones directamente impide salir de casa.
El padre enumeró con claridad las líneas más problemáticas. “La línea Casimiro 27, 31, 13, 03, 01, 02 no tiene colectivos con rampa. Tipoca tiene, pero los choferes no la usan. Dicen que no tienen llave o que están rotas. La línea San José tiene algunas rampas, pero la mayoría no sirve. El 80% está obsoleto. Muchas veces se traban a mitad de camino”, afirmó.
Espósito también apuntó a la falta de mantenimiento y actualización del parque automotor. “Los colectivos que circulan hoy en la línea 31, por ejemplo, son unidades viejas que antes estaban en la línea 26 y 11. No tienen cubículo, no tienen acceso para personas con discapacidad, tienen escalera. Eso está prohibido”, denunció.
Más allá del reclamo técnico, el testimonio de Javier revela la dimensión humana del problema. “Hoy tuve que salir solo porque mi pareja no se sentía bien. Mi hijo tiene displasia, la cabeza del fémur está fuera de la cadera. Camina con dificultad. Yo tengo problemas de columna. Pero igual tuve que cargarlo y subirlo al colectivo porque no había otra manera. Y eso lo hacemos muchas veces”, contó con resignación. Además de los problemas con las rampas, señaló que las paradas tampoco están pensadas para personas con movilidad reducida.
“Tenemos una parada donde de un lado hay 20 centímetros de alto, del otro lado 30, y arriba tenés como medio metro. No podés cruzar la calle hasta que se vaya el colectivo. Sacaron fotos, pero nadie arregla nada”, dijo.
Espósito aseguró que se comunicó con concejales y que algunos funcionarios se comprometieron a presentar un proyecto para mejorar la situación, pero teme que todo quede en promesas.
También mencionó el accionar de las empresas, especialmente del Grupo Z. “Tipoca, Casimiro (…) Todos responden a lo mismo. A veces hay colectivos con cámaras, pero no podés usar la rampa si no hay otra persona más. Y son políticas pedorras. Si realmente les importara, harían los cambios. Pero no hay voluntad política”, sentenció.
Por último, Espósito dejó en claro que la a falta de accesibilidad es una forma de exclusión.
“Nosotros no tenemos plata para comprarnos un auto. Dependemos del transporte público, que nos da la espalda”, sentenció.