Ramón Guillermo Barboza (69) fue condenado por el Tribunal Penal 1 a cumplir diez años de prisión en su domicilio en la zona oeste de Posadas por la muerte de Alejandro Enrique Kassburg (27) durante la Nochebuena de 2019 en el barrio San Cayetano.
Fue hallado culpable por los tres jueces, Viviana Gladis Cukla, Gustavo Arnaldo Bernie y Miguel Mattos (subrogante), pero solo uno de ellos votó por un monto menor de pena, Cukla se inclinó a ocho años, pero unánime la determinación de la calificación, también solicitada por el fiscal Vladimir Glinka, “autor de homicidio simple” (artículo 79 del Código Penal Argentino).
A las 11.30 se leyó el fallo que incluyó el pedido de investigación por “falso testimonio” de una hermana del acusado, quien declaró durante el debate apuntando a la estrategia de los defensores del encartado en dirección que Kassburg resultó víctima fatal porque se demoró su traslado al hospital Madariaga, por parte de un primo del joven atacado a puñaladas en el abdomen, entre otras presuntas manifestaciones erróneas o falsas.
El alegato de Glinka no se apartó de la calificación original del expediente, “homicidio simple”, que firmó el juez de Instrucción 1, Marcelo Cardozo.
Detalló durante cuarenta minutos que el hecho se originó alrededor de la mesa navideña donde se encontraba, de un lado Alejandro y su madre Carla Kassburg, entonces pareja de Barboza y del otro lado quien resultó agresor.
Glinka remarcó que se trató de un “enfrentamiento en igualdad de condiciones. Barboza dice que la víctima se le tira encima y él tenía el cuchillo en la mano o no recuerda si lo apuñaló (…) Pero los testigos señalaron que el imputado se abalanzó sobre Kassburg con el cuchillo”.
Relató que previo a ello, la madre de Barboza se dirigió hacia el frente de la vivienda porque habían comenzado a discutir y que tras el ataque, vio salir a su hijo herido pero también a Barboza con el cuchillo que tomó de la mesa navideña en la mano.
“La coartada del imputado es falaz”, enfatizó el fiscal. “No había otra persona que no fuera Barboza en esa escena que pudiera blandir un cuchillo. Su pareja relató que vio salir de la casa a Barboza con el arma en la mano y detrás a su hijo gritándole ‘ahora que me apuñalaste escapás, ahora te vas’”.
Agregó que el estudio de la salud mental del acusado se destacó que es una persona con “indicadores de impulsividad como respuesta a situaciones de conflicto, de estrés. Y puede ser interpretado esta reacción con el acto de apuñalar (…) Barboza se va de la casa con el cuchillo, lo vieron pelear antes, discutir antes por una cuestión absurda, por una foto”.
También destacó las conclusiones del galeno, Rubén Raúl Juárez, quien firmó el acta de defunción en el Hospital Ramón Madariaga: “El médico explicó que las lesiones fueron gravísimas, la causa era evidente, no había dudas, no se necesitaba una autopsia para determinar la muerte. El cuchillo le perforó el hígado y la aorta”.
Antes de solicitar trece años de pena con prisión efectiva, sintetizó Glinka: “Es un homicidio simple, una agresión homicida, una persona se desangró a raíz de ello. No hay causal de justificación alguna, por este delito debe ser condenado”.
“Duda razonable”
Florencia y Maximiliano Cáceres son hermanos y abogados, ambos representaron la defensa de Barboza en el debate que se inició el martes y finalizó ayer.
Su alegato se cerró con un pedido de “absolución total y definitiva” para el acusado. Entre los fundamentos de Florencia Cáceres se oyeron puntos como: “Hubo inconsistencias en el relato de la madre de Alejandro Kassburg. Se comprobó que Barboza no le dio las estocadas, nadie lo vio hacer eso. Clara (madre) no fue verosímil en su declaración y tampoco fue citado Enrique Kassburg (padre y abuelo) como presunto testigo”.
Respecto a la coartada de demora en el traslado del herido al Madariaga, sostuvo: “Luis Alberto Núñez, sobrino de Carla Kassburg, tardó veinte minutos (desde la vivienda de la calle 60, entre 111 y 113, en la chacra 110) con su automóvil hasta el hospital cuando debían llegar más rápido”.
Maximiliano Cáceres sumó a la postura: “Los primeros auxilios fueron deficientes. La ambulancia tardaba y el sobrino se demora en llevarlo al hospital. A 60 kilómetros por hora, una velocidad prudencial habrían llegado mucho antes, cruzando semáforos en rojo también”.
“Estamos ante un caso del principio de duda razonable, y la duda beneficia al acusado porque tampoco se logró destruir el estado de inocencia de Barboza”. Por ello, los defensores solicitaron la absolución.
Sangre navideña
El 24 de diciembre de 2019, pocos minutos de las 22 antes de la Navidad, se desató una presunta discusión dentro de la casa de Barboza y Clara Kassburg. Su hijo fue agredido con un arma blanca que no fue hallada, pero que le dejó una lesión determinante para desencadenar la muerte: un puntazo en el abdomen a la altura del epigastrio, por encima del ombligo y que le provocó el sangrado profuso hasta desembocar en shock hipovolémico.
Según el debate, el ataque letal se desató por una discusión. Los insultos afloraron hasta llegar al mismo límite de exceso de alcohol previo. Y fue el hombre de mayor edad quien dejó atrás los improperios y tomó el arma blanca. Con un cuchillo de la mesa le propinó tres estocadas que le perforaron el abdomen y destrozó la aorta e hígado.
A las 22.50 el alerta del centro integral de operaciones 911 alcanzó a dos comisarías, la Decimosegunda y Sexta. Las patrullas arribaron al lugar y se toparon con el escenario: rastros de sangre hasta en la vereda y gritos pidiendo que atrapen al sospechoso.
Momento de la sentencia
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