El presidente Javier Milei quemó sin éxito su bala de plata buscando acelerar la llegada de recursos del FMI. De la misma manera, no logró la foto que fue a buscar a Estados Unidos, la misma imagen que antes conseguía casi sin buscar.
Su viaje a Norteamérica no fue más que una penosa maniobra en el momento equivocado. El presidente del país pobre que pregona el libre mercado quería una selfie con el mandatario del país rico que acaba de abrir una guerra comercial proteccionista. Milei tenía algo para ganar con esa foto. Donald Trump, en cambio, tenía mucho para perder justo cuando acaba de anunciar aranceles a todas las naciones que le venden a Estados Unidos.
De esta forma no queda otra más que esperar a que el Fondo Monetario cumpla con sus reglamentos internos y discuta en el board los montos, las formas y las condiciones bajo las cuales volverá a habilitar recursos para el país.
La experiencia tras el suculento préstamo durante la gestión de Mauricio Macri, de la que también tomó parte Luis Caputo, ameritan al menos una discusión interna responsable. En aquel entonces el préstamo tenía por objeto sostener las reservas y ganar una elección. Nada de eso pasó. La cuestión ahora es si el Gobierno podrá esperar a que se liberen esos fondos y si serán suficientes para los mismos fines que la vez anterior.