Tres meses después de haber sido suspendido en su afiliación a la Unión Cívica Radical (UCR), el diputado nacional misionero Martín Arjol fue expulsado del partido por el Tribunal de Ética integrado por el exgobernador de Misiones, Ricardo “Cacho” Barrios Arrechea; la exdiputada nacional santafesina, Alicia Tate; y el exdiputado nacional bonaerense Juan Pedro Tunessi, designados por la Convención Nacional desde octubre de este año.
El misionero Arjol ocupaba incluso la secretaría Misiones en el Comité Nacional que dirige Martín Lousteau. La misma suerte de Arjol corrieron los otros dos “Peluca” que tomaron el mismo camino político: Mariano Campero y Luis Albino Picat.
Los integrantes del Tribunal votaron divididos: mientras Tate y Tunessi consideraron que los tres legisladores nacionales “deben ser separados de las filas partidarias por haber incurrido en inconductas graves que lesionan la dignidad de la Unión Cívica Radical”; Barrios Arrechea emitió dictamen en minoría donde cuestionó la severidad de la sanción, abogando por una suspensión temporal y resaltando la necesidad de evitar un debilitamiento interno del partido en un contexto político adverso.
Los diputados sancionados tienen la posibilidad de recurrir la medida ante instancias externas, aunque su futuro político dentro del partido parece quedar definitivamente cerrado.
Al momento de los fundamentos, los dos miembros del Tribunal de Ética radical sostuvieron que el partido “como fuerza histórica, sufre de lleno el impacto de esta crisis y debe buscar su lugar reafirmando su identidad, probablemente con ideas adecuadas a los tiempos que corren, pero sobre la base de valores y principios imperecederos que le permitieron tantos años de vida, pero sobre todo prodigarse en luchas y conquistas históricas para el bienestar del conjunto de los argentinos”.
Opositores
En el documento de solicitud de la expulsión, admitieron que en adelante, a la fuerza politica que no termina de definir si son aliados u opositores a Javier Milei, “nos esperan tiempos aun más complejos, no solo por el particular momento político que nos toca vivir, tanto a nivel local como internacionalmente, donde el debilitamiento de la democracia republicana, como la concibe el radicalismo, es una constante realidad”.
A partir de ese complejo contexto evaluado por el Tribunal de Ética, el triunvirato sostuvo que en la UCR “es necesario reforzar los mecanismos de autocorrección para enfrentar esta coyuntura con alguna mayor posibilidad de éxito”.
Entre las dudas que surgieron a partir de la aparición de los diputados nacionales “Peluca” y la actitud del bloque que dirige el cordobés, Rodrigo de Loredo, que “bancó” a los aliados a Milei y provocó la división de la bancada, el Tribunal sostuvo: “Somos una fuerza opositora de un Gobierno que en forma constante desafía los límites tolerables de la convivencia democrática y el funcionamiento republicano. Pareciera que no podemos ponernos de acuerdo ni siquiera en los temas institucionales mayores”.
“Es evidente que debemos reforzar la identidad de nuestro Partido sobre la base de restaurar mínimos principios disciplinarios, sin cuya existencia es cada día más imposible representarnos como un partido político”, aseveraron.
Antes de las duras conclusiones, los integrantes del Tribunal de Ética citaron al expresidente Raúl Alfonsín para referirse al respeto al pensamiento de los diferentes sectores para construir la sociedad, como respuesta a la actitud de Milei y varios de sus funcionarios hacia la principal dirigencia radical.
También recordaron una carta abierta publicada en el diario La Nación de Buenos Aires, firmada por la docente y exdiputada nacional Nélida Rosa Teresa Baigorria, “…cuando empezaban los síntomas de la ´borocotización´, nos proponía este difícil camino. Allí nos recuerda con extraordinaria anticipación que ´…El ideario democrático diferirá en forma abismal del totalitario. En este último caso, la afiliación será compulsiva: en el primero, el acto voluntario de adherir a un partido político supone una adscripción a la profesión de fe doctrinaria y a su base de acción política, batería ideológica que involucra principios no negociables, porque constituyen el basamento ético de su esencia filosófico-política. ¿Qué debe entenderse, entonces por disciplina partidaria, si no la observancia plena de los postulados básicos que definen la identidad del partido que el ciudadano escogió para afiliarse y luchar por su triunfo en las justas electorales?”.