Casi dos meses permaneció detenido un policía que a fines de agosto incendió su camioneta y fingió haber sido asaltado para intentar ocultar que había atropellado a dos personas. En los últimos días fue excarcelado pero sigue con una causa penal en su contra.
Se trata de un sargento que se desempeñaba en la comisaría Primera de Oberá y en la tarde-noche del 30 de agosto protagonizó el siniestro vial en Campo Ramón.
Al día siguiente fue detenido y pasado a disponibilidad, mientras que una semana después fue indagado por el magistrado Horacio Heriberto Alarcón, titular del Juzgado de Instrucción 2.
Se abstuvo de declarar y fue imputado por “lesiones culposas en accidente de tránsito agravadas por la conducción en estado de ebriedad y por no brindar auxilio a la víctima”.
El hombre de 35 años recuperó la libertad, luego que el juez le fijara una caución real (fianza) de cinco millones de pesos. Tras reunir el dinero, salió de la celda en la que estaba alojado pero seguirá procesado en la causa.
Cabe recordar que sus víctimas fueron un hombre de 39 años y una joven de 21, ambos de Villa Bonita, que circulaban por la ruta provincial 103 en una motocicleta que fue embestida por la camioneta, según la investigación. Ambos sufrieron fracturas en las piernas, excoriaciones múltiples y traumatismos.
Ese último viernes de agosto, el sargento había sido invitado a un cumpleaños en la zona de Campo Ramón. Aproximadamente a las 19.30 impactó a la motocicleta Keller 110 en la que iban las víctimas.
Testigos relataron que los había colisionado una Toyota Hilux color blanco que se dio a la fuga.
Efectivos de la UR-II comenzaron a rastrear al vehículo, hasta que supieron de la denuncia del sargento acerca de un presunto intento de asalto de parte de encapuchados, situación en la cual efectuó disparos pero no llegó a conseguir evitar que se llevaran su camioneta. La misma apareció calcinada a unos 70 metros de su domicilio. Así comenzaron las sospechas acerca de lo que realmente había ocurrido.
Le realizaron la prueba de parafina sobre sus manos para detectar si efectivamente había disparado pero no había rastros de los químicos que expulsa el proyectil al momento de la deflagración.
También le realizaron el test de alcoholemia el cual arrojó 1.35 g/l, pero la muestra le fue tomada varias horas después del siniestro vial, por lo cual se presume que podía llegar a tener una mayor concentración en sangre al momento de la colisión.