Por su ubicación geográfica, Misiones es una de las provincias más calurosas del país y en estos días estamos comprobándolo con el arribo de las primeras temperaturas estivales.
Una situación que, cada vez más, tiende a resolverse -en los hogares y en los lugares de trabajo- de una sola manera: mediante acondicionadores de aire u otros elementos alimentados por la electricidad. Por eso no deja de preocupar, más ahora que se empieza a instalar el calor, la advertencia reciente desde la Nación sobre un posible colapso energético en verano.
Nada que no hayamos visto y vivido casi todos los años, con interrupciones del suministro más o menos frecuentes producto de una demanda en exceso por sobre la oferta que son capaces de abastecer las prestatarias.
Lo que se suma este año es el “facturazo” que se vendrá en los próximos consumos, una vez que se haga efectiva la reducción de subsidios nacionales al consumo eléctrico. Porque no solo se trata de que algunos pierdan el beneficio por no haberse anotado a tiempo en el RASE, sino de que se establecen topes de consumo (que quedarán relativamente exiguos cuando el calor apriete por estas tierras) sobre los que habrá tarifa subsidiada.
En resumen, estos meses de “verano extendido” (que en Misiones suele extenderse de octubre hasta casi abril) no solo habrá que cuidarse de las altas temperaturas, sino también de las boletas de la luz.
En este contexto nos encuentra hoy el Día Mundial del Ahorro Energético, un buen recordatorio de la necesidad cada vez mayor de alcanzar una eficiencia en la producción, distribución y consumo de energía. Bien es cierto que los gobiernos tienen una responsabilidad ineludible en cuanto a esta materia, pero cada uno de nosotros puede aportar y contribuir diariamente con pequeños esfuerzos individuales de ahorro que se terminan convirtiendo en logros colectivos de alcance más amplio. Esa debe ser nuestra tarea de la fecha: consumir mejor para no llegar a un punto de tener que dejar de consumir.