El libro de Dale Carnegie, “Cómo ganar amigos e influir en las personas”, fue escrito en 1930. Es uno de los libros que vuelven a ser recomendados en las redes, como el de Napoleón Hill “Piense y hágase rico”, que son de la misma década. “El monje que vendió su Ferrari”, de Robin Sharma.
Lo que encontramos en ellos son consejos sencillos y fáciles de poner en práctica, y los que lo hicieron son personas que han triunfado en lo social, en las relaciones, en la política y en los negocios.
Entre las cosas que encuentro en esta lectura, es el tipo de lenguaje, las palabras usadas, los contextos. En las nuevas ediciones se usó la técnica de los Restauradores de cuadros, se trata de que la obra llegue igual de como fue concebida por su autor.
El autor nunca imaginó que se transformaría en un best-seller y que trascendería su lectura casi un milenio. Se ha vuelto un clásico. Tuvo que actualizarse porque era casi dirigido a los hombres.
Para revisar algo de su contenido, aún no termino de leerlo ya que usa las primeras horas de la mañana, en las que, en el ambiente laboral, el inicio de la jornada siempre está cargado de las noticias, entre mate y mate. Yo prefiero leer libros, así sea una o dos carillas.
En éste he aprendido: • Cómo se debe tratar al prójimo, tomado desde cómo desea sentirse, no desde mi caridad. No criticar, evitar las quejas, no condenar. Demostrar aprecio sincero. Despertar en el otro un deseo vehemente con respecto a lo que trato con esa persona. Usar la fórmula Ganar-Ganar. Donde uno pierde, algo no está bien.
• Cómo agradar, interesarse por el otro genuinamente. Sonreír. Causar buena impresión con mis modos.
• Tenemos que recordar su nombre y datos, recordar su nombre es miel para sus oídos.
• Ser buen oyente cuando hable de sí mismo. Hacer que la otra parte se sienta importante.
• Evitar discutir, buscar puntos de acuerdos. No buscar tener razón.
Uno se da cuenta en este breve resumen que estas cosas son fáciles de entender, pero no tanto, cuando hoy en día, las redes nos tienen a la vista, según nuestras personalidades y se desarrolla muchas veces el EGO, que lo único que nos hace es inflarnos como un globo de aire y no de valores y empatía.
Lucía Silva
Arquitecta y Escritora.