En los orígenes del fútbol, nacido hace más de 150 años en Inglaterra con las “Reglas de Sheffield”, había una regla que impedía marcar gol directamente de saque de córner: el tiro de esquina era considerado indirecto, por lo que la pelota sólo podía ingresar al arco si antes la tocaba otro jugador.
Sin embargo, para inicios de la década de 1920, la regla se modificó y los goles directos desde el córner quedaron habilitados. Pero claro, había que marcarlos, para lo cual es necesario no sólo tener una gran habilidad y precisión, sino también cierta “colaboración” involuntaria del arquero rival.
Y el primero en hacerlo fue un jugador argentino: Cesáreo Onzari, quien el 2 de octubre de 1924 pasó a la historia en un contexto, además, muy especial. Fue durante el por entonces más importante duelo del continente: un clásico rioplatense frente a Uruguay (que venía de ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París) disputado en el mítico estadio de Sportivo Barracas.
Allí, en la esquina de Iriarte y Luzuriaga (donde estaba la cancha demolida 18 años más tarde), Onzari se dispuso a ejecutar el tiro de esquina cuando transcurría el minuto 15 de partido. La pelota recorrió una curva perfecta, casi pegada a la línea de meta, y se metió en el arco uruguayo sin que nadie -delanteros, defensores y arquero- consiguiera tocarla.
La regla que permitía este tipo de goles se había modificado pocos días antes y Onzari, no se sabe si a propósito o sin querer queriendo- convertía así el primer “gol olímpico”, que fue bautizado así precisamente porque fue recibido por el vigente campeón de los Juegos.
Aunque parezca ya meramente anecdótico, el resultado final del partido fue 2-1 a favor de Argentina.
¿Quién fue Cesáreo Onzari?
Cesáreo Onzari nació en Buenos Aires en febrero de 1903. Se formó en los clubes Sportivo Boedo y Mitre, cuando el fútbol en Argentina aún estaba en su etapa amateur. En 1921, se sumó al equipo de Huracán, donde jugaría gran parte de su vida hasta retirarse.
Se destacó en la posición de volante izquierdo y en 1922 debutó en la Selección Argentina. Para ese entonces, ya se perfilaba como una de las principales figuras del deporte en el país.
A pesar de que logró que su club obtuviera múltiples trofeos, su hazaña más recordada es la del primer gol olímpico.
Fuente: Billiken