Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), el índice muy alto a extremo de peligro de incendios forestales cubre la mayor parte del país, en especial, el norte y centro argentino. Esto es debido a que los pronósticos climáticos estacionales anticipan una primavera y un verano con temperaturas por encima de lo normal y con lluvias escasas. “Observamos un corrimiento de la temporada de incendios hacía meses más tempranos: comenzaron en julio cuando suelen suceder a partir de agosto y septiembre”, aseguró Nicolás Mari, investigador del INTA.
“En lo que va de 2024, en la Argentina se registraron 2.080 incendios que afectaron aproximadamente 147 mil hectáreas, de acuerdo a los reportes del SNMF recibidos por las provincias, a pocos meses del inicio de la temporada”, aseguró.
“Si bien la ocurrencia de incendios es un fenómeno que se da todos los años, en esta temporada es importante destacar que estamos frente a un escenario que prevé un mayor riesgo de ocurrencia, en especial, para Corrientes, Santa Fe, Formosa, Chaco y Santiago del Estero”. Según explicó, estos territorios se caracterizan por tener bosques nativos, pastizales secos y áreas agrícolas donde la vegetación acumulada se convierte en un combustible potencialmente peligroso, en especial, en temporadas calurosas.
En esta línea, Mari subrayó: “Argentina enfrenta un riesgo continuo y significativo en cuanto a incendios forestales”, y reconoció que, si bien hay una tendencia decreciente, los factores climáticos y de manejo inadecuado mantienen una cantidad de focos sostenida en el tiempo.
“Aún es posible prevenir nuevos focos de incendio o reducir su impacto mediante una gestión integral de incendios”, agregó Mari y explicó que requiere de una combinación de esfuerzos a escala local, provincial y nacional.
Cómo reducir el riesgo
Para abordar el riesgo de incendios forestales, se requiere la implementación de estrategias que combinen la prevención, el monitoreo y una respuesta rápida. Por eso, es importante reducir la acumulación de material combustible en áreas vulnerables según cada ecosistema: quemas prescriptas controladas, el mantenimiento de cortafuegos, limpieza de picadas en campos y terrenos rurales, mantención mecánica, pastoreo rotativo.
Además, es importante destacar que el manejo adecuado de los pastizales reduce el riesgo de que estos actúen como material combustible, manteniendo una carga adecuada de acuerdo al ecosistema que se trate. También mantener los caminos rurales y los accesos libres de vegetación ya que no solo previenen la expansión de incendios, sino también facilitan el ingreso de equipos de control de incendios.
Por su parte, el monitoreo requiere de la utilización de tecnologías satelitales y sistemas de alerta temprana, como los proporcionados por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), que permite detectar focos de calor en tiempo cuasi real, lo que facilita una respuesta más rápida, antes de que el fuego se propague y genere mayores daños.
También es clave que los productores monitoreen continuamente las áreas más susceptibles a incendios, especialmente durante los meses más secos “Alerta Temprana”, al tiempo que es fundamental tener fuentes de agua en puntos estratégicos para actuar de inmediato.
Por último, una respuesta rápida implica fortalecer la capacidad de respuesta inmediata mediante la coordinación de Bomberos Voluntarios, Brigadas Forestales, Defensa Civil con recursos y planes a medida de las localidades.
A todo esto, es importante estar atentos a herramientas tecnológicas avanzadas que les permiten tomar decisiones informadas en el manejo de sus tierras. Entre ellas está el Sistema de alerta temprana y monitoreo satelital proporcionados por la CONAE que permite detectar focos de calor en tiempo real, lo que brinda a los productores la oportunidad de anticiparse a situaciones de riesgo y actuar antes de que los incendios se expandan.