Los padres de hoy son testigos, cada día en forma más frecuente, de una particular forma de violencia, que está siendo parte de las nuevas conductas de autoagresión de los adolescentes: se cortan con cuchillos, trinchetas, sacapuntas en brazos, piernas y abdomen. Mientras que otros se muerden, se queman con cigarrillos, se rasguñan o se sacan el pelo; y otros se pegan contra la pared. ¿Qué es lo que está pasando?, ¿se trata de una nueva moda?
Los comportamientos de automutilación emergen y circulan en el mundo adolescente mucho antes de la llegada de la ballena azul. Estos comportamientos representan menos un deseo de morir que un juego con la localización del dolor y la sensación de estar vivo; ellos constituyen un modo individualizado de gestión del sufrimiento en un contexto social donde los marcos colectivos para mediar y expresar el malestar no parecen inmediatamente disponibles. Frente a esta precariedad de recursos (afectivos, familiares, escolares, sanitarios) la automutilación puede convertirse en una herramienta para sobrevivir y no derrumbarse.
¿Qué se puede hacer? Pedir ayuda Existen mejores formas de afrontar los problemas que cortarse, formas más saludables y duraderas que no dejan cicatrices físicas ni emocionales. El primer paso es obtener ayuda para resolver los problemas que desencadenan la conducta de cortarse.
He aquí algunas ideas útiles:
1. Explícaselo a alguien. Las personas que han dejado de cortarse suelen decir que el primer paso es el más complicado: admitir que uno se corta o hablar con alguien sobre el tema. Pero también afirman que después de abrirse y hablar sobre ello, experimentaron una gran sensación de alivio. Elige a alguien de confianza para hablar por primera vez de que te cortas (uno de tus padres, un orientador de tu centro de estudios, un profesor, un entrenador, un médico o un enfermero). Si te resulta demasiado difícil hablar directamente sobre el tema, escríbelo en un papel.
2. Identifica el problema que desencadena la conducta de cortarte. Cortarse es una forma de reaccionar ante la tensión o el dolor emocionales. Intenta averiguar qué sentimientos o situaciones te provocan esa conducta. ¿El enfado? ¿La presión a ser perfecto? ¿Un problema relacional? ¿Una situación traumática o una pérdida dolorosa? ¿Las críticas destructivas o los malos tratos? Identifica los problemas que tienes y luego busca a alguien para contarlo. A muchas personas les resulta muy difícil averiguar esta parte por sí solas. Es entonces cuando los profesionales de la salud mental pueden ser de gran ayuda.
3. Pide ayuda. Cuéntale a alguien que necesitas ayuda para resolver tanto tus problemas como la conducta de cortarte. Si la persona con quien hablas no te ayuda a encontrar el apoyo que necesitas, habla con alguien más. En ocasiones, los adultos intentan minimizar los problemas que tienen los adolescentes o consideran que solo se trata de algo pasajero. Si tienes esa sensación tras hablar con un adulto, acude a otro (como un orientador o un enfermero de tu centro de estudios) que seguro que te dará una mano.
Prevenir este tipo de conductas autolesivas es realmente difícil, sin embargo, puede ayudar el cultivo de la comunicación con los hijos. Fomentar buen cauce de comunicación con los jóvenes y enseñarles desde niños a expresar sus sentimientos y temores hace más sencillo que consigan administrar sus emociones de la forma correcta.
También es determinante la observación de cambios en el comportamiento y la rápida búsqueda de ayuda profesional ante traumas o afecciones emocionales que puedan causar impulsos autolesivos.
Cecilia Castillo
Lic. en Psicología
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