La inflación argentina en julio habría vuelto a desacelerarse para ubicarse en torno al 4%, en un contexto en el que hay disparidad en los aumentos del rubro de alimentos, de acuerdo con estimaciones del sector privado.
El último dato del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) arrojó un Índice de Precios al Consumidor (IPC) en junio de 4,6%, por lo que en esa oportunidad se ubicó en línea con la expectativa oficial pero, 0,4 puntos porcentuales por encima del registro del mes previo.
De ese modo, puso un freno a cinco meses consecutivos de tendencia decreciente. El último reporte, a su vez, manifestó que la inflación acumulada del primer semestre del año quedó en 79,8%, mientras que la interanual llegó a 271,5%.
El ministro de Economía, Luis Caputo, se reunió en las últimas horas con referentes del mercado y se mostró optimista respecto del rumbo de la economía y, particularmente, con la inflación.
En una reunión, les anticipó que el IPC de julio será el más bajo en lo que va del año. Para que eso ocurra, bastará con que el dato de julio sea inferior a 4,2%, el registro más bajo del año hasta el momento, correspondiente al mes de mayo.
De esta manera, el titular del Palacio de Hacienda se mostró en sintonía con lo que había anticipado, semanas atrás, el vicepresidente del Banco Central (BCRA), Vladimir Werning, en una presentación ante inversores en Estados Unidos.
Werning, cabe recordar, había anticipado para julio una inflación general de 3,7% y una inflación núcleo de 3,2%. Dichas proyecciones fueron luego ratificadas por el BCRA en un comunicado emitido la semana pasada en el que informó que había completado la migración de pases pasivos a LeFi.
Tarifas frenadas
Para la consultora Eco Go, “la inflación vuelve a ceder luego de acelerarse en junio por la incidencia de los regulados y registró un aumento de 4,1% en julio, a la expectativa de volver a retomar un sendero descendente”.
“En julio la prioridad volvió a ser la inflación, dejándose de lado la actualización de tarifas y aumentando el impuesto a los combustibles en una cuantía inferior a la estipulada en un primer momento”, apuntó en un informe.
Además, la firma argumentó que “la caída en la demanda y la actividad continúan manteniendo la inflación núcleo a la baja, que se ve afectada por el descenso del consumo a pesar de que tímidamente los salarios le ganan a la inflación y se recuperan en el margen”.
La Fundación Libertad y Progreso tiene una proyección más optimista, al esperar un aumento de 3,8% en julio, lo que implicaría una desaceleración de 0,8 puntos porcentuales respecto de la medición oficial de junio. “De esta manera, en la primera mitad del año el IPC acumula una suba de 86,7%. La variación interanual alcanza el 262,8%, marcando la tercera desaceleración consecutiva”, expresó.
“Esta desaceleración se explica por la ausencia de grandes incrementos sobre los precios regulados, lo cual se tradujo en un índice más cercano a la inflación núcleo, que estuvo en torno al 3,5%”, explicó Libertad y Progreso en un comunicado.
Inflación y alimentos
En cuanto a los alimentos, Eco Go consideró que “registraron subas mayores al 1% en dos de las cuatro semanas y la mayor volatilidad estuvo dada por los productos estacionales, donde se destacaron los aumentos en verduras trastocadas por las bajas temperaturas, que se compensaron por la caída de los precios de las frutas”.
“Las carnes, por su lado, aceleraron en el margen respecto a junio, destacándose la dinámica de la carne vacuna y el pollo, compensados en parte por el descenso en el precio de pescados”, resaltó.
La consultora LCG estimó que la cuarta semana de julio cerró con una inflación de 0,2% en alimentos y bebidas. “La suba promedio mensual se sostiene en 3,9%, mientras que se reduce a 3,1% en la medición punta a punta de las últimas cuatro semanas”, analizó.
Además, puntualizó: “Continúa la disparidad entre rubros. Carnes, lácteos, panificados y bebidas, que representan un 73% del índice siguen por encima la inflación semanal promedio, sumando 0,5 puntos”.
Qué esperar con los precios en agosto
En declaraciones a Bloomberg Línea, el economista y director de Eco Go, Sebastián Menescaldi, anticipó: “En agosto esperamos una variación similar, suponiendo que se siguen postergando subas”.
El último reporte de Eco Go, en tanto, adelantó: “De cara a la segunda parte del año, ya con un menor ingreso de dólares, como consecuencia de la estacionalidad de la cosecha, todos los cañones apuntarán al frente cambiario, a la cuenta de dólares y a evitar un evento disruptivo en el tipo de cambio que provoque un nuevo salto en la tasa de inflación”.
Efectos fluctuantes
La Fundación Libertad y Progreso se mostró en línea con esa visión: “Teniendo en cuenta que no se anunciaron hasta el momento aumentos en las tarifas de servicios públicos, estimamos que la inflación de agosto estará cerca de la inflación de julio e incluso podría llegar a estar algunas décimas porcentuales por debajo, debido a que la tendencia de la última mitad del mes mostró una nueva baja. No obstante, hay que seguir de cerca los efectos que surjan de las fluctuaciones en el mercado cambiario”.
“La tendencia a la desaceleración de la inflación es clara y, en la medida que se siga revirtiendo la depreciación de la moneda gestada en mayo y junio, podemos ver algunos meses que empiecen con 2. Eso va a depender de cómo y cuándo se vayan corrigiendo los atrasos de los precios regulados y las tarifas de servicios públicos”, asegura Aldo Abram, director de la Fundación Libertad y Progreso.
En sintonía con su colega, el economista Lautaro Moschet afirma que en julio se verificó que la tendencia de la inflación se mantiene hacia la baja pese al aumento transitorio de junio.
“Hacia adelante esperamos que la nueva fase del programa monetario ayude a bajar las expectativas de inflación. Aunque es cierto que aún quedan pendientes varios ajustes de precios regulados que vienen atrasados, lo que podría poner algo de presión al IPC general, aunque no así sobre la inflación núcleo”, agregó Moschet.
La actividad económica está lejos de los festejos
Prohibido hablar de brotes verdes. Menos, de la “esperanza en el segundo semestre”. No hay economista que se anime a usar esos términos, al menos en honor a las cábalas, aunque haya algunos datos que podrían asimilarse a la expectativa que se había generado en el 2016 con el gobierno de Mauricio Macri, y que luego no se concretó.
Los datos recientes difundidos por el INDEC dan cuenta de que en mayo la actividad económica creció 2,3% interanual y con eso, se cortó la racha de seis meses consecutivos negativos.
Pero, como a veces pasa con los promedios, el árbol tapa el bosque. “Es todo campo, sin campo estás cinco abajo”, dice el economista Andrés Borenstein, de la consultora Econviews y uno de los primeros en aclarar ser “respetuoso” de las cábalas. Los números dan bien porque se comparan contra lo peor de la sequía: el sector que conforman la agricultura, la ganadería y la forestación creció 103% interanual.
“Si miras la línea de la evolución, ya se tocó el piso y está zanjado que no habrá una recuperación tipo “V corta”, aunque tampoco se ve una “L”. El piso fue marzo-abril según el sector, pero es débil todavía el ascenso”, describe Borenstein.
Pobreza, salarios y empleo, las principales preocupaciones
La inquietud por la pobreza se continúa incrementando a la par que baja el nivel de satisfacción con la marcha general de la situación actual, según reveló la última Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública (ESPOP) de la Universidad de San Andrés.
El relevamiento, publicado la semana pasada, arrojó que el principal problema que afecta al país actualmente es la pobreza (37%), seguido en un segundo escalón por la inflación, los bajos salarios y la inseguridad (32% en los tres casos), mientras que aparece cerca la falta de trabajo (30%).
Al comparar con la medición anterior, se refleja una merma en la consideración de la inflación como la principal dificultad argentina pasando de 34% en mayo al 32% actual, pero a la par se observa un aumento en la elección de la pobreza para ubicarla en el tope de las preocupaciones, pasando de 35% a 37%.
En este sentido, queda a la vista que la desaceleración de los precios está repercutiendo en la ciudadanía, pero de igual modo están teniendo mayor impacto en la opinión pública los problemas vinculados a la recesión, como la pobreza, el desempleo y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
Al desagregar las problemáticas según el espacio político que hayan votado los encuestados, aparece la inseguridad como principal problema para los votantes de La Libertad Avanza (38%) y Juntos por el Cambio (42%), mientras que surgen la pobreza (45%) y los bajos salarios (38%), para los de Unión por la Patria.
En cuanto al grado de conformidad con el actual escenario del país, el 63% de los consultados en la encuesta de UdeSA aseguran estar insatisfechos por cómo marchan las cosas, mientras que el 33% manifiesta estar satisfecho. Esto implica una caída de 8 puntos respecto a mayo, cuando un 41% expresaba satisfacción.
Al segmentar por niveles socioeconómicos, la clase baja es la más insatisfecha (64%) mientras que la clase media alta son los más satisfechos (40%). En cuanto a las diferencias generacionales, todas las categorías tienen una insatisfacción mayor a 51%, con los millenials como los más insatisfechos (62%).
Al consultar sobre cómo se observa la situación actual con respecto al año pasado y frente al próximo calendario, el 49% considera que la situación del país empeoró en relación al 2023, pero un 43% cree que mejorará el año que viene.
Asimismo, el relevamiento aporta que el nivel de aprobación del gobierno de Javier Milei se mantiene en un 48%, mientras que un 49% lo desaprueban. Las políticas que mayor nivel de satisfacción generan son las de Defensa (37%), Economía (35%), Seguridad (34%) y Exterior (34%).
La recaudación cayó alrededor de un 10% en julio
Mal dato para el Gobierno: la recaudación cayó cerca de un 10% en julio, lastrada por la recesión.
La complicación no es respecto a la meta fiscal acordada con el Fondo Monetario Internacional (FMI), de hecho el Gobierno tiene resto gracias al encadenamiento de tres superávits consecutivos. El problema es la promesa de bajar el impuesto PAIS, si se computa la anunciada baja de ese tributo, el mes que pasó la recaudación hubiera caído un 15%. Una enormidad.
Milei y Toto Caputo ratificaron la semana pasada que ese tributo bajará del 17,5% a 7,5% a partir de septiembre, un paso previo necesario para ir a una unificación cambiaria ordenada, como exige el FMI. El impuesto PAIS es uno de los candados del entramado de restricciones cambiarias.
De hecho Sergio Massa lo impuso para desalentar las compras en moneda extranjera y así descomprimir la demanda de divisas. Cuando asumió Javier Milei lo aumentó 10 puntos, en su caso sobre todo con un criterio fiscalista en la búsqueda del déficit cero.
“Con estos números complejo pensar en un recorte del impuesto PAIS. Esta caída no la compensa la recomposición de ganancias sobre la cuarta categoría”, afirmó a LPO un especialista tributario que destacó una “importante retracción” del impuesto a los bienes personales en la recaudación.
“Si afectas algún punto de la recaudación con una reducción impositiva, profundizas aún más el déficit”, subrayó este especialista que considera que el superávit fiscal de los meses previos estuvo dibujado.
“Alcanza con ver la deuda acumulada con CAMMESA que equipara el superávit”, indicó.
En efecto, el impuesto PAIS es la principal fuente de recaudación, en el primer semestre aportó el 6,4% del total de recursos tributarios. Si bien el resultado fiscal se dará a conocer este jueves, el dato que consiguió en exclusiva LPO se confirma en el informe que dio a conocer el IARAF este miércoles sobre transferencias a las provincias.
“En el acumulado de los primeros 7 meses del año, las transferencias automáticas por coparticipación, leyes complementarias y compensaciones alcanzaron 21.462.000 millones de pesos, lo que se traduciría en una caída real interanual del 13%”, informó Nadin Argañaraz titular de esa casa de estudios.
“La recaudación fiscal actualmente sufre un importante impacto negativo, tanto en el nivel nacional como en los niveles subnacionales”, dice su informe también dado a conocer este miércoles por CEPA y agrega: “En julio se observa una caída de los Recursos de Origen Nacional de 18,4% en términos reales. La Coparticipación Federal de Impuestos exhibió una disminución de 16,6%. Mientras la recaudación por IVA cayó 11,6% en términos reales y Ganancias se redujo 24%”.
Luces de alarma para adelante
Mientras que el BCRA sigue perdiendo reservas todos los días con ventas en el mercado oficial (el viernes fueron US$ 25 millones y acumuló en la semana alrededor de US$ 149 millones vendidos) y el ministro Luis Caputo apuesta a que el blanqueo le dé un respiro, la preocupación sigue con nuevos y futuros nubarrones.
Con reservas netas en US$ 5.000 millones negativas, la consultora 1816, de las más escuchadas en el ámbito bancario, deslizó en su último informe dos malas noticias: la soja está muy débil y la demanda de dólares por turismo en el exterior “parece haber hecho máximos desde 2018 en julio”.
“Pese a que esos consumos se pagan al MEP, si hubiera tipo de cambio único y fuera de $1.100 la salida de divisas por esa vía sería inmensa”, remarca la consultora de la City.
La soja preocupa y mucho y en lo que va del año, el precio internacional cae 21,6% mientras que el trigo y el maíz se contraen en 16% y 15,2%.
El precio en términos reales, recuerda el analista Salvador Vitelli, está en los mismos niveles de octubre de 2006 cuando estaba Néstor Kirchner.
“¿Se sale del cepo en 2024? ¿En serio quieren dolarizar? Son dos preguntas cuyas respuestas parecen igual de lejos que en enero. Nosotros pensamos que la respuesta a ambas preguntas es sí, pero con poca convicción”, arriesgó la consultora.
El último dato del balance cambiario de junio ya mostró que la cuenta “servicios” registró un déficit de US$ 329 millones, acumulando cinco meses de resultados negativos.
“El principal componente explicativo corresponde a los egresos por Viajes y otros pagos con tarjeta: la salida de divisas por este concepto alcanzó los US$ 696 millones, monto 1,1% superior al mismo mes del año anterior”, afirma la consultora ACM.
En términos acumulados, “la salida de divisas por gastos por turismo y tarjeta continúa siendo un factor principal de la cuenta servicios, arrojando un déficit histórico desde 2016”, advierte ACM.
El tema del déficit turístico se verá, si todo sigue así, a las claras este verano. Obviamente la gente compra sus pasajes y paquetes con antelación y eso se empieza a notar en los datos. El último dato que publica el INDEC, de mayo, ya mostraba la tendencia que se ampliará en los próximos meses. El déficit ronda los US$ 600 millones mensuales. Con el dólar en Brasil rozando los 5,70 reales, las devaluaciones de las monedas en la región y la idea de Caputo de que la Argentina sea “cara en dólares”, los tours de compras y el turismo emisivo tomará para vez más vigor, completó la consultora ACM.
“Los humildes sufren el ajuste”
El economista Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), señaló a la cadena alemana Deutsche Welle que los que sufren los efectos de la política de desregulación y las medidas de ahorro llevadas a cabo por el gobierno libertario son las personas humildes, y no la “casta”, como había anunciado Javier Milei. “Los afectados del ajuste ahora son los jubilados, los trabajadores del sector público y los de la construcción”.
Apenas asumió el poder, Milei aplicó una devaluación del peso de más del 50%, frente al dólar. Con ello, las exportaciones se abarataron y ganaron competitividad, pero las importaciones se encarecieron.
Más pobreza
Investigadores de la Universidad Católica de Buenos Aires (UCA) ven en dicha devaluación uno de los principales motivos del aumento de la pobreza. Esta se incrementó al 57%, el nivel más alto registrado desde hace 20 años.
Eso significa que cerca de 27 millones de argentinos viven bajo el umbral de la pobreza. Antes de la llegada al poder de Milei, la cifra era de un 45%.
A lo anterior se suma la caída del rendimiento económico en torno al 5%, con un debilitamiento de la producción industrial y la actividad económica.