La reacción del mercado financiero a las últimas medidas del Gobierno no acompaña por ahora las proyecciones oficiales. Los bonos siguen perdiendo valor y el riesgo país continúa en la zona de los 1.600 puntos.
A esto se suma que los dólares no ceden y la brecha cambiaria se mantiene en niveles altos. En el caso del blue, la brecha supera el 55%, en el de los financieros, ronda el 45%.
Un dólar blue a $1.450 y el MEP y el CCL a $1.350 reflejan que los operadores están dispuestos a resistir el embate de las nuevas medidas, amparados en las dificultades que tiene el Banco Central para acumular divisas.
Esos problemas ya llevan dos meses, en los cuales se debieron realizar fuertes pagos de deuda y destinar unos US$ 2.000 millones a saldar los puts que un banco líder rehusó negociar.
En este escenario, los analistas se empiezan a preguntar dónde está el talón de Aquiles que el mercado le encuentra a la segunda fase del programa económico, cuyo futuro el ministro de Economía, Luis Caputo, le contó en detalle a la jefa del FMI, Kristalina Georgieva, durante su encuentro cara a cara en Río de Janeiro, en el marco de la cumbre del G20.
El apretón monetario decidido para cerrar el grifo de la emisión de moneda es inédito en la Argentina, lo cual parece reavivar la desconfianza de los operadores, que impacta también sobre el mercado accionario y los ADRs que cotizan en Nueva York.
El presidente Javier Milei respalda su programa de emisión cero en que permitirá terminar con la inflación, que el Gobierno imagina en niveles cercanos a cero para cuando lleguen octubre y noviembre.
En el marco de esa estrategia desempeña un rol clave el régimen de “competencia de monedas” en el que se avanza desde el equipo económico. En esa lógica, la intención es no imprimir más billetes una vez que se considere totalmente saneado el Banco Central. Sólo se lo haría para comprar los dólares que ingresen por la exportación.
El objetivo, según explican en Economía, es avanzar hacia una “dolarización endógena”, por la cual la gente empezaría a inclinarse por utilizar dólares en lugar de pesos. Siempre voluntariamente, claro.
Dudas del mercado
Acá es donde comienzan las dudas de los especialistas, los cuales sostienen que en un país como la Argentina, que expropió los ahorros en distintos momentos de su historia económica, es dudoso que la gente se incline por echar mano de las divisas que tiene atesoradas.
Se estima que los argentinos tienen fuera del radar unos US$ 400.000 millones, de los cuales la mitad está contante y sonante en cajas de seguridad o debajo del colchón.
En el marco de una frase que terminó siendo poco feliz, Caputo vaticinó que los ahorristas deberán sacar los dólares del colchón para pagar impuestos.
“El ministro se refería a que quien decida atesorar en dólares, va a concluir que es preferible venderlos”, señaló el economista Fernando Baer, de Quantum Finanzas.
Habrá que ver si el Gobierno puede torcer el rumbo de una cultura macerada a lo largo de décadas que convierten a la Argentina en uno de los países con mayor cantidad de dólares per cápita.
Por ahora, Milei y Caputo se entusiasman con que los dólares dejen de ser un ahorro y pasen a ser transaccionales, un camino que concluiría con una lenta desaparición del peso.
Según un análisis de la consultora 1816, para que este objetivo tenga éxito, el primer paso es eliminar todas las fuentes de emisión, lo cual exige superávit fiscal a largo plazo.
A esto se suma la eliminación de pasivos remunerados, sobre la cual ya se avanzó canjeándole a los bancos los bonos asegurados mediante el mecanismo de puts (derivados financieros que el Banco Central ofreció a las entidades financieras para incentivarlas a comprar deuda en pesos del sector público).
Además, indica el trabajo de 1816, para que el Central ya no necesite emitir para comprar divisas se requiere como mínimo reservas netas en cero, cuando en la actualidad son negativas en unos US$ 4.000 millones.
Este plan incluye la eliminación del BCRA como prestamista de última instancia, ya que se avanzaría a un esquema de encaje al 100%, donde los bancos deberán tener siempre disponible la totalidad de los ahorros, lo que se conoce como “Banca Simons”.
Dólares del colchón
Una vez eliminada la emisión, el plan requeriría que el Congreso apruebe la prohibición de imprimir y que la gente saque los dólares del colchón para que crezca la base monetaria amplia y la economía no vaya a una recesión deflacionaria.
En cuanto al tipo de cambio, el mercado definiría la velocidad de desmonetización de pesos y cuán pronto se avanzaría a la dolarización final (“dolarización endógena”).
Los analistas de 1816 advierten que el régimen tal cual lo describe Milei, con eliminación permanente de toda fuente de emisión y una especie de Banca Simons, no tiene precedentes en el mundo, lo cual torna incierta su implementación y los resultados.
Acá surge otro de los elementos que generan ruido: así como Milei destaca ser el primer presidente libertario de la historia, esa intención fundacional podría terminar llevándolo a experimentar con un régimen económico sin precedentes, en una Argentina que suele ser inestable y que no sería el mejor país para lanzar algo inédito de este tipo.
Los intentos fundacionales en la Argentina han fracasado. El último fue el plan de Convertibilidad, hace treinta años, y terminó volando por los aires.
A esto se suma una cuestión casi técnica, pero muy relevante. Si los argentinos fueran lentos en sacar los dólares del colchón, la desmonetización sería un límite concreto para la recuperación económica, y profundizaría la recesión.
No son los únicos interrogantes que meten ruido. Un documento elaborado por economistas de distintos bancos suma cuestionamiento al camino emprendido por el Gobierno y explicaría en parte las dudas del mercado. Ese papel sostiene que el objetivo del BCRA es dejar fija la base monetaria en torno de los US$ 14.000 millones, y que tras el canje de los puts se buscaría que las reservas se encaminen a la zona de los US$ 5.000 millones netos.
A esto se sumaría un préstamo sindicado por parte de grandes bancos internacionales, tal vez avalado por el oro que se llevó al Banco de Inglaterra, a lo cual se sumaría un préstamo del FMI, que llevaría las reservas internacionales a los US$ 20 mil millones.
Si esta cuenta se cumpliera, el BCRA contaría con US$ 20.000 millones propios más la fungibilidad de encajes por otros US$ 10.000 millones. A esto se sumaría un superávit comercial de agosto-diciembre de US$ 5.000 millones, con lo cual se alcanzaría un casi inédito poder de fuego de US$ 35.000 millones.
Moneda dolarizada
Mientras tanto se buscaría que el Congreso apruebe la competencia de monedas, que progresivamente iría llevando a que el dólar gane terreno como divisa transaccional.
Se buscaría, además, que los préstamos se realicen en cualquier moneda. Según los cálculos de este informe, en alrededor de cuatro meses la mitad de la base monetaria quedaría dolarizada.
Aquí es interesante desmenuzar el comunicado emitido por el Banco Central esta semana, en el cual se brinda mucha relevancia al término “competencia de monedas”.
El reporte explica que la fase 2 del programa monetario se caracteriza por la fijación de la cantidad de dinero con relación a la base monetaria amplia, y que el objetivo es alcanzar $48 billones, alrededor del 9% del Producto Bruto.
“A partir de la introducción de la competencia de monedas, el peso se transformará en la ‘moneda escasa’”, asegura el informe oficial, y sostiene que “el peso continuará siendo demandado como medio de pago exclusivo de impuestos” y el BCRA se ocupará de adecuar la normativa para facilitar la incorporación de moneda extranjera al sistema bancario doméstico.
“La idea es crear escasez de pesos para que la economía se dolarice por sí sola”, explicó exsecretario de Política Económica Joaquín Cottani, quien ya regresó a Nueva York.
Una de las patas de este esquema la viene anticipando Milei y es importante para el Gobierno en términos de mostrar el éxito del programa: el Ejecutivo aspira a que haya deflación en los próximos meses, un activo muy valorado por los argentinos, que convivieron con la inflación a lo largo de este siglo.
Otro de los puntos débiles que por ahora muestra el programa económico es que los fondos de inversión valoran mucho más que la Argentina pueda acumular divisas para respaldar la deuda, lo cual dejó de ocurrir desde junio.
¿Qué es la Banca Simons?
Así como instaló en sectores de la opinión pública a economistas liberales que estuvieron en el olvido durante las últimas décadas, Milei viene reiterando la intención de ir a un esquema de “Banca Simons”, que obliga a acudir a la biblioteca para entenderlo.
Ese sistema fue creado por el economista Henry Calvert Simons, un referente de las finanzas de la Universidad de Chicago.
A través de este esquema, se postula dividir las operaciones bancarias en dos partes: una con depósitos a la vista o en la caja de ahorros con un encaje de 100%, que los bancos no podrían prestar. A su vez, los bancos deberían concentrarse en cobrar servicios y utilizar sistemas de cobros y pagos, y en funcionar como banca de inversión.
Para llegar a este esquema, Milei necesita que el Congreso apruebe una reforma a fondo del sistema financiero, que avance hacia la eliminación del BCRA y un sistema financiero que opere respetando las formas del derecho basado justamente en un encaje del 100% para depósitos a la vista y una banca de inversión para canalizar el ahorro.
Según Milei, la ventaja de la Banca Simons es que minimiza los riesgos de créditos y de liquidez, y el sistema de pagos queda aislado de riesgos que genera el sistema de depósitos y créditos.
Entre los analistas no quedan dudas de que el presidente libertario busca transformar a fondo el funcionamiento del sistema financiero. La principal duda es si logrará obtener el respaldo necesario para que el Banco Central consolide su posición de reservas de tal forma que a los inversores y bonistas se les terminen la dudas de que la Argentina honrará sus exigentes compromisos en los próximos años.
Fuente: iProfesional