El tono conciliatorio del presidente Javier Milei durante la firma del Pacto de Mayo estuvo a tono con la puesta, pero no deja de ser eso, una puesta. Dista mucho de la cualidad agresiva de cuando convocó al mismo Pacto.
Con todo, para afrontar esta segunda parte de su gobierno tras un primer semestre con muy pocas luces y resultados positivos, necesita cambiar muchas cosas y el tono es una de ellas. Toda chance para el presidente y para los argentinos estará entonces en la capacidad del mandatario de moderar esos arranques que lo asemejan a quienes lo antecedieron.
El “nuevo” Milei, nacido al calor de la Casa de Tucumán, acuerda, pacta y habla diplomáticamente. El otro se engullía a sí mismo.
El anterior hablaba a espaldas del Congreso y se refería a la “casta basura”. El nuevo pide que esa misma casta lo acompañe para torcer el destino de crisis eterna en la que parece haber caído el país.
El “viejo” se pelea con el español Pedro Sánchez, porque sabe que esa confrontación tiene muchísimo menos riesgo que pelearse con los gobernadores argentinos, o que escalar el enfrentamiento con Lula Da Silva.
Milei necesita cambiar para dejar de perder, porque fuera de su círculo de fanáticos tiene mucho por perder, al igual que todos los argentinos.