La comprensión de las innumerables fortalezas de la vida nos ayuda a seguir adelante a pesar de las numerosas situaciones de crisis socioeconómica que suelen desalentarnos. Enfocar la atención en nuestras fortalezas, nos permitirá transitar este período hacia el desarrollo personal.
Descubrir el gran potencial que todos poseemos nos ayudará a superar los desafíos, tomando decisiones adecuadas en cada etapa de la vida.
En muchas ocasiones, hemos sido educados para enfrentar la vida centrados en la resolución de problemas y dificultades. Sin embargo, al poner de manifiesto nuestras fortalezas, nos damos cuenta de que cada vez que resolvemos un problema o superamos una adversidad, adquirimos experiencia y nuevas fuerzas para enfrentar desafíos futuros. Esta vivencia es sumamente valiosa, ya que nos permite abordar los problemas diarios con confianza en nosotros mismos y en nuestros propios dones y talentos.
En el camino de fortalecernos continuamente, una de las cosas que puede ayudarnos enormemente es la reflexión sobre nuestra propia vida. Al tomarnos el tiempo para contemplar el recorrido desde una actitud positiva, nos damos cuenta de las innumerables bendiciones, dones y talentos con los que Dios nos ha favorecido. Esta capacidad de contemplar estas bendiciones nos proveerá de la fuerza interior necesaria para enfrentar los desafíos cotidianos.
La perspectiva positiva hacia la vida nos infunde esperanza y nos motiva a seguir adelante constantemente. Cuando deseamos avanzar, la contemplación de acciones y experiencias positivas en nuestra vida jugará un papel fundamental en la construcción de nuestro futuro y el crecimiento personal. Las decisiones que tomamos basadas en nuestras convicciones personales nos ayudarán a superar las adversidades inherentes a la vida.
Para poder contemplar la vida de manera positiva, es necesario aceptar que los problemas y las soluciones son simplemente dos caras de la misma moneda. Solo al aceptar esta dualidad que forma parte de nuestra realidad, podremos trascender en la vida. Comprender la realidad desde esta perspectiva nos ayudará a cambiar nuestra forma de pensar acerca de la vida y de relacionarnos con los demás.
En el evangelio, Jesús mismo nos anima a no preocuparnos por el día de mañana, pues cada día traerá consigo sus propias dificultades. Nos invita a confiar en la bondad, el amor y la Providencia de nuestro Dios, que nunca nos abandona. Es un llamado a vivir centrados en las múltiples bendiciones con las que Dios llena nuestras vidas, mucho más que en las cruces y sufrimientos que son parte inherente de la vida.
Para alcanzar la plenitud y la alegría en la vida, es necesario atravesar los pequeños y grandes acontecimientos de la vida con una actitud positiva, la cual es un proceso de aprendizaje continuo.
Debemos practicar en nuestras conversaciones diarias, ya sea en la familia o en el trabajo, un diálogo centrado en nuestras fortalezas, bendiciones y las alegrías de la vida, en lugar de enfocarnos en los problemas que puedan surgir. Compartir y celebrar nuestras bendiciones nos llena de actitudes positivas y nos fortalece tanto a nivel personal como familiar.
Además de enfocarnos en nuestras fortalezas, es crucial ser conscientes de nuestras debilidades para poder trabajar en superarlas. Empezar un camino de crecimiento y adquirir nuevas habilidades y fortalezas a lo largo de nuestra vida. Cada experiencia nos brinda valiosas lecciones, y cada formación nos aporta habilidades y fortalezas adicionales. Al enfrentar nuevas circunstancias, descubrimos oportunidades de crecimiento personal y profesional.
Construyamos entonces nuestra vida basándonos en las grandes potencialidades que Dios ha depositado en cada uno de nosotros, y así comprenderemos que la vida es una experiencia que debemos vivir con alegría y esperanza.