El informe “Situaciones de violencia en los hogares: detección y prevención desde las escuelas”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, que sitúa a Misiones como la provincia con mayor porcentaje de alumnos de primaria de escuelas de gestión pública que reportan hablar de violencia doméstica (con un 60,1%), “llamó mucho la atención pero es el pan de cada día en nuestra provincia”, manifestó Paula Schapovaloff, subsecretaria de Primera Infancia de la Provincia, quien además destacó que “violencia también es cuando el maestro no escucha, no ayuda, no se quiere meter en líos”. A la vez que pidió más paciencia con los niños, tanto de los padres como de los docentes.
En diálogo con la FM 89.3 Santa María de las Misiones, Schapovaloff dijo que el informe “a muchos les asustó, les llamó la atención, se horrorizaron, pero es el pan de cada día en nuestra provincia. Los niños desde muy temprana edad buscan la contención, ya sea de sus maestros, en los espacios de primera infancia porque cuentan y expresan todo lo que les pasa, sea bueno o malo”.
La funcionaria aseguró que desde la experiencia y del día a día, “la violencia muchas veces no solo viene de casa, también es cuando el maestro no escucha, no ayuda, no se quiere meter en líos, cuando mira para otro lado y digo maestro porque es el contexto del informe. Pero en realidad lo es cuando todos miramos para otro lado y decimos no pasa nada, es un problema de la casa, lo criaron así y normalizamos o romantizamos el maltrato doméstico. La verdad que es el pan de cada día de esta provincia, como de muchas otras provincias también, es el mal llamado problema cultural”.
Schapovaloff recordó además que “en nuestra provincia, cuando yo daba las charlas con el equipo conformado por una trabajadora social y una psicóloga en distintas escuelas primarias, precisamente por esta cuestión de violencia, al concluir nos quedábamos siempre una hora y media más para jugar con los chicos y además evaluarlos sin que ellos supieran para ver cómo estaban emocionalmente. Así, ellos solos se acercaban y nos contaban si sufrían bullying, si fulanita venía con un dibujo obsceno que ellos no entendían qué era y le contaban a la maestra y por ahí la maestra citaba a los papás y los papás decían: no, en casa no pasa nada, pero la niña al otro día no iba a la escuela”.
Remarcó que “hay un montón de cosas que minimizamos y romantizamos de este maltrato en la primaria, por decirlo en temprana edad y dejamos de atender, es por eso que hay tanto. Y denuncias siempre hubo”.
Acerca de las consecuencias de no atender esas situaciones que afectan a la salud mental de los niños y adolescentes, Schapovaloff fue contundente, “el suicidio, eso es lo más grave”.
Contó que “a nosotros nos ha tocado asistir a una niña de 7 años en un colegio privado de Posadas que ya tenía dos intentos de suicidio porque en ese momento era su progenitora quien la maltrataba. Ese es el extremo de la salud mental de los niños, cuando no se sienten amados, contenidos y no es solo en casa, sino también en la escuela tanto por parte de otros alumnos o de la maestra, cuando el niño no se siente escuchado, amado, contenido, es minimizado, ridiculizado, allí el extremo es el suicidio”.
Alertó que “empiezan por la autolesión, a lastimarse, un detalle muy simple, el de comerse las uñas, volver a hacerse pis, no llegar al baño, tener ansiedad, ponerse nervioso para ir a la escuela o a la hora de la salida porque tiene que volver a su casa. También hay que prestarle atención a los dibujos de la carpeta, el trato que tiene para con sus compañeritos, todos son indicios de que algo está mal y recordar que no todos los niños reaccionan igual”.
“Más mano dura”
Ante el planteo de qué debe hacerse ante esta situación de violencia doméstica en niños de primaria de Misiones que refleja el informe del Observatorio de Argentinos por la Educación, en el contexto que existen políticas, programas y leyes al respecto,
Schapovaloff señaló que “falta prestar más atención y va a sonar feo pero falta un poquitito más de mano dura para que esos programas y sanciones se cumplan. Es decir que vas a tener problemas si maltratás a tu hijo porque no es normal, no está bien. Empezar a educar, a que las prácticas que tenían antes no son normales ni buenas para la crianza sana y buena”.
Manifestó que “a veces me río cuando dicen, estamos en la época de los niños de cristal, pero es así, porque no son como cuando nosotros éramos chicos y fuimos criados de otra manera, por ahí a la penitencia contra la puerta porque salimos mal en una materia, o no salís, cosas mínimas a lo que hoy viven estos niños”.
Contó que “me pasó ir a buscar a mi hijo a la escuela y a la salida vi llorar a una nena porque sacó menos de 8 en una materia y tenía que volver a su casa en colectivo así. Ni los directivos ni otros padres se acercaron a preguntarle qué le había pasado y si mi hijo no me contaba tampoco lo hubiera sabido. A mí se me vino a la cabeza lastimosamente qué pasará en su casa cuando llegue porque se fue llorando. Es grave la situación de estos niños en esta etapa que son más frágiles que nosotros y tienen una sensibilidad mucho más fuerte. El buen trato hay que fomentarlo tanto en la casa como en la escuela”.
“La burocracia muchas veces no les permite ayudar”
Paula Schapovaloff, subsecretaria de Primera Infancia, opinó sobre los docentes y la formación que poseen para abordar los casos de violencia doméstica que el alumno puede llegar a plantearle, y consideró que “no lo están. La nueva generación de docentes no tiene tanta empatía. Tienen ganas de ayudar, quieren ayudar pero se encuentran después con una burocracia que no les permite ayudar. Que llamá acá, allá, que tenés que pedir autorización, que mi directora no me dejó y si son de escuela privada que el dueño de la misma no quiere… y así tenemos una lista hasta que el docente, lastimosamente, desiste de querer ayudar”.
“Sin embargo tenemos otros docentes que no se quedan en el molde, no se callan, denuncian, van con el niño hasta la comisaría y nos ha pasado, que llamaban a la Línea 102 con nombre y apellido y decían, soy fulana de tal, de la escuela tanto, pero son muy pocos los valientes, como digo yo”, agregó.
Recordó que “cuando llegábamos a las escuelas, nos encontrábamos con que tenían un protocolo de violencia, pero no sabían cómo implementarlo, no sabían para qué eran las líneas 102 y 137 porque faltaba difusión, información, articulación entre los organismos, que hoy sí las hay. Hoy me toca estar desde los espacios de primera infancia y escucho a los nenes de tres años, contar todo. Si uno les da confianza, ellos te cuentan todo, que también es un peligro, hay que enseñarles hasta dónde, cuándo, con quién, cómo, qué es el bullying, el grooming. Nos pasó mucho lo del tema del grooming en las escuelas primarias que terminábamos la charla y nos mostraban el celular y las maestras no sabían qué hacer ante eso porque era un caso grave. Entonces les enseñábamos qué era lo que tenían que hacer, cómo tenían que abordar el tema, porque hay millones de maneras de maltrato, de abuso por medio de las nuevas tecnologías y hay que acomodar los protocolos a eso”.