El Gobierno nacional denunció ayer que existían por lo menos unos 1.200 comedores sociales “fantasmas” que eran financiados por Desarrollo Social durante la gestión de Alberto Fernández y la hoy diputada Victoria Tolosa Paz al frente de la cartera social.
Se trata de casi la mitad de los centros de alimentación de organizaciones como Polo Obrero, Movimientos Barrios de Pie y Frente de Organizaciones en Lucha que existen en la Argentina.
En su constante implementación de las auditorías en los gastos, el presidente Javier Milei llegó a la médula del kirchnerismo y la izquierda para justificar la baja de las prestaciones que la Nación realizó hasta diciembre pasado.
¿Quién puede oponerse a desfinanciar lugares inexistentes que se llevan el dinero que debiera estar en otros donde sí se ayuda a las personas en esta crisis? Nadie.
A la par, en Misiones como en muchas otras provincias, hay merenderos, comedores, centros sociales de primera infancia que necesitan ser visibles para la ministra de Capital Humano de la Nación, Sandra Pettovello, que los viene ignorando desde que asumió el cargo.
Estos lugares siguen incrementando la demanda de asistencia por parte de las poblaciones en las que se asientan. Muchas de ellas, pertenecen a organizaciones de voluntariado religioso, que nada tienen que ver con los “enemigos” de la Casa Rosada.
El actual Estado en retracción que impuso Milei, no puede llevar en paralelo el castigo a los que se hacen del dinero de los argentinos sin un fin social; y la ayuda tan necesaria a quienes se desviven por buscar la forma de poner en una olla la comida que, al día siguiente, proporcione alimento (tal vez el único del día) a decenas de pobres.