Una intensa lluvia causó estragos en el estado “gaúcho” de Río Grande do Sul, Brasil, dejando un saldo desolador de muerte y destrucción.
Se estima que al menos diez personas perdieron la vida, 21 están desaparecidas, 11 resultaron heridas y más de 19,000 personas se vieron afectadas por las inundaciones.
La magnitud de la tragedia se ve agravada por el desalojo de aproximadamente 1,400 personas, quienes tuvieron que ser trasladadas a refugios de emergencia debido a la creciente del agua. La Defensa Civil advirtió sobre la persistencia de las lluvias y redobló esfuerzos para encontrar a los desaparecidos y proteger a las comunidades en áreas de riesgo.
Las lluvias torrenciales han ocasionado graves daños en la infraestructura de varias ciudades, dejándolas aisladas por la caída de puentes y el colapso de carreteras. Entre las localidades afectadas se encuentran Encantado, Itaara, Pantano Grande, Paverama, Salvador do Sul, Santa Cruz do Sul, Santa Maria y Segredo.
El presidente de Brasil, Lula da Silva, atribuyó el desastre al cambio climático, instando a una respuesta urgente del gobierno federal. Las fuerzas armadas se movilizaron para realizar operaciones de rescate, pero las malas condiciones meteorológicas han dificultado algunas tareas.
La alcaldesa de Sinimbu, Sandra Backes, describió la situación en su localidad como un “escenario de guerra”, con calles inundadas y comercios devastados. Las autoridades han solicitado a la población evitar circular por carreteras afectadas y han llevado a cabo rescates de familias atrapadas, incluyendo operaciones en helicóptero para evacuar a personas desde los techos de sus casas.
Las previsiones meteorológicas indican que las lluvias continuarán en las próximas horas, con riesgo de superar los 300 milímetros en algunas áreas, mientras que los niveles de los ríos siguen por encima de los límites de alerta.