Por herencia y/o producto de las políticas económicas liberales actuales, miles de argentinos siguen en la línea de pobreza o, mes a mes, engrosan las estadísticas. Entre ellos hay personas solas, parejas y familias de tres o más integrantes que alquilan o viven en lugares prestados porque no son dueños de un techo.
El déficit habitacional en Misiones como en la Argentina es enorme y crece mes a mes. Entre los alquileres impagables, las condiciones de ingreso o contratación (por ejemplo no tener hijos o no tener mascotas), van dejando fuera a muchas personas que no tienen dónde vivir.
En esa problemática, el Estado nacional no puede desentenderse en lo absoluto. No puede dejar librado al mercado la suerte de los argentinos que no pueden -por calificación financiera- acceder a créditos millonarios con cuotas que son 5 o 10 veces sus alquileres actuales.
En las provincias, todas y sin importar qué partido político las gobierna, esperan saber cuándo y cómo se distribuirá el Fondo Nacional de la Vivienda, que se recauda con impuestos que pagan todos los argentinos. En Misiones hay decenas de casas avanzadas, con la infraestructura barrial en marcha, que hay que terminarlas. Y son soluciones habitacionales que están a poco de ser entregadas a familias, con cuotas más bajas que un alquiler en el mercado.
Sin embargo, la Nación se sigue desentendiendo de las obras comenzadas por el Gobierno anterior, como si los compromisos contractuales se cortaran por un recambio institucional en los mandos.
Es un momento muy delicado en lo social y lo económico. Para miles de personas, la vivienda social es la única oportunidad de cumplir el sueño del techo propio.