Cada Semana Santa resulta un momento esperado para la feligresía católica de la zona sur, para poder conocer o volver a visitar la histórica cripta de la parroquia San Antonio de Padua, en la localidad de Azara.
Como es tradición, cada Viernes Santo reabre sus puertas para las celebraciones litúrgicas en un espacio arquitectónico que data de 1910, en los tiempos en que los productores agrícolas motorizaron la misma para contar con un espacio de religiosidad. Anualmente, se elige el Viernes Santo “para acompañar al Jesús Yacente en su pasión y muerte”.
En la cripta precisamente se encuentra una figura del Cristo Yacente que cada Viernes Santo es sacado de ese espacio considerado su sepulcro, iluminado por velas o farolas.
Además, la parroquia cuenta con un histórico reloj de pesas, de los cuales se conocen tres en Misiones y que fueron traídos de Europa a Apóstoles, Azara y el tercero a Bernardo de Irigoyen. Si de elementos históricos se trata, la cripta mantiene todavía los pisos originales de la época de su construcción.
Centro espiritual de colonos
Esteban Snihur, profesor e historiador oriundo de Apóstoles, escribió sobre la aparición de la capilla San Antonio en la zona. La caracterizó como un claro ejemplo del grupo de iglesias del período de la colonización agrícola, entre las que ubicó a la iglesia San Nicolás de la Colonia Las Tunas, la iglesia Santísima Trinidad y la iglesia San Pedro y San Pablo en Apóstoles, y el templo ortodoxo del Manto Protector de la Virgen en Tres Capones, donde también se halla la iglesia de la Natividad de la Virgen, entre otras.
De hecho en la cripta todavía sobreviven inscripciones escritas en polaco, ucraniano y también en español de la época de sus orígenes.
La San Antonio de Padua, para Snihur, posee particularidades que la hacen única en su tipo. “Fue construida por los mismos colonos inmigrantes. Para su construcción se trajeron maderas desde la zona de Santa María y de los mogotes de Tres Capones. Para gran parte de la fachada y paredes se usaron piedras de arenisca que se extrajeron de una cantera de Capón Bonito (Monte Hermoso), ubicada a 12 kilómetros del lugar. Pero como para hacer llegar las maderas y las piedras a Azara, transportadas con carros, había que cruzar el arroyo Tunas, los mismos colonos construyeron por iniciativa propia dos puentes sobre el arroyo. Para la cripta de la iglesia se usaron piedras de una capilla jesuítica ya destruida que existía en la zona, de la cual la nueva iglesia heredó el nombre de San Antonio”.
Sus fundadores
La cripta de la iglesia de Azara es una de las tres de este tipo que se contabilizan en el país: una está en Córdoba (hecha por los Jesuitas), la otra en Buenos Aires y la tercera en la tierra colorada.
“La construcción comenzó en el año 1906 y en el año 1910 ya estaba techada y fue inaugurada con la primera misa. Los planos y la dirección de la obra estuvieron a cargo del P. José Marianski. Los responsables de dirigir el tallado de los bloques de piedra fueron los colonos Pedro Kruk, Juan Jaskulowski y José Zakowicz. Como albañiles estuvieron Juan Moniak, José Kowalski, Valentín Jasnikowski y Juan Soja. Gregorio Maruñak y Pedro Huk fueron los ladrilleros. En los andamios trabajaron los jóvenes Teodoro Idzi, Nicolás Fediuk y Antonio Yagas” según se reseñó en el libro “Un soldado del Evangelio – Padre José Marianski”, de Juan Czajkowski.