La herida del abandono surge en la infancia cuando las personas que debían cuidar al niño y de alguna manera ya sea física o emocionalmente no están presentes.
La máscara que protegerá a esta persona cuando se sienta abandonada o susceptible de serlo será la dependencia.
El abandono es una de las heridas que más perdura porque nos deja una grieta en el alma de la persona que es abandonada. Todas sus ilusiones y expectativas quedan rotas.
Uno de los síntomas que puede experimentar la persona que ha sufrido abandono es la culpa y, tal vez se pregunte, “¿qué hice para ser abandonada?”, “¿por qué no me quiere?” o “¿qué hay de malo conmigo?”.
De acuerdo aun estudio hecho sobre los efectos del abandono temprano en la estructuración psíquica, el abandono culmina en el desapego físico y espacial, con el que sobreviene la angustia.
Además del sentimiento de culpa, existen otras consecuencias que sufren quienes han sido abandonados tales como: distracción, ansiedad, falta de motivación, baja autoestima, inseguridad afectiva, dependencia emocional, sentimientos de inferioridad, trastornos de alimentación.
Cuando nos imaginamos el abandono de un niño aparece el juicio hacia los padres, pero muchas veces suceden situaciones extremas donde por ejemplo, los padres se enferman y no pueden cuidar a su hijo.
Cada uno podrá ir viendo cuál es su historia y si la herida del abandono está presente en nuestra vida.
Identificar si esta herida está presente en nuestra vida, mirando cuan dependientes somos de otras personas, qué tipo de apego tenemos, cuántas veces estamos solo actuando como ese niño o niña que fue abandonado, nos puede ayudar a empezar a trabajar nuestra sanación.
Un punto importante será trabajar en nuestra autoestima, volver a amarnos y comprender que el amor más importante es el propio y que este no puede residir en las manos de alguien más sino en las nuestras.
Hoy podés preguntarte: cuando se repite una situación donde nos dejan, ¿me siento abandonado? ¿Cómo reacciono? ¿Me enojo? ¿Me da miedo? O ¿prefiero hacer de cuenta que nada pasó?
Darnos tiempo para ver nuestras heridas nos ayudará a ser más consientes de nuestra historia, de nuestra vida, esa que está pasando y que en cada momento nos trae recuerdos para que la sanemos.
Bendiciones.
Prof. Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
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