Cuando nacemos somos seres perfectos y divinos, pequeñas chispas de luz universal. A medida que crecemos nos alejamos un poco más de nuestra Fuente, de la Divinidad Infinita que nos construye. ¿Cómo es que esto ocurre? Gracias a los aprendizajes que recibimos de las personas que nos rodean: la familia, los amigos, el entorno, la sociedad y muchas otras fuentes de comunicación que llegan a nosotros a través de nuestros sentidos.
Lo mundano, todo lo externo, lo superficial y su máxima expresión podemos contemplarla en las ciudades, donde nos ofrecen todo tipo de distracciones, servicios, productos y actividades que nos ayuden a eludir nuestra realidad por unos minutos. Cuando permanecemos con los ojos abiertos captamos miles de impresiones por segundo, impactos que se quedarán grabados en nuestro inconsciente, que construirán nuestra red de emociones y definirán lo que percibimos como vida, alejándonos de la verdad que vive en nosotros.
Lo mundano es enfocarse en lo externo y potenciarlo, algo que radicalmente nos aleja de nuestro corazón. La sociedad ha sido construida sobre pilares falsos y muy pocos se ocupan de explorar el vasto y rico mundo interior, que cada uno de nosotros llevamos dentro y mucho menos de desarrollarlo.
Claro que no todas las enseñanzas que recibimos son negativas, muchas son virtuosas y nos conducen a nuestro corazón. Pero si es verdad que la mayoría solo nos hace creer que debemos ser alguien, tener cierto nivel social, prestigio, ambición, que debemos estudiar, formar una familia, trabajar, alcanzar el modelo de belleza que la sociedad impone, ser igual al resto, cumplir con las leyes sociales de actuación, etc.
A muy pocos de nosotros nos enseñan que debemos ser librepensadores, ir tras nuestra leyenda personal y hacer algo que nos apasione, que lo más importante es amarnos para poder amar a los demás, siendo uno con tu divino ser, ya que nadie puede ser verdaderamente feliz alejado de su Fuente Infinita de Amor.
Por decirlo de otra manera, si tú construyes tu autoestima de acuerdo a la cantidad de dinero, objetos o logros que has conseguido, el día que las circunstancias de la vida te lo quiten habrás perdido, toda tu valía y tu vida dejará de tener sentido. Por el contrario, si tu autoestima la construyes sobre tu propio amor, ¿quién puede quitártelo? Nadie, ¿verdad?
Jamás perderás tu valía, nunca te sentirás abatido porque nada ni nadie puede quitarte tu propio amor. En cambio los objetos, el reconocimiento ajeno, el intelecto, el trabajo, etcétera, son todos escenarios externos que puedes perder en cualquier momento.
Tú eres amor, amor Divino y no puedes vivir tu vida alejado de la Fuente de Amor que te construye. No habremos vivido esta vida si partimos de este mundo desconectados de nuestro corazón.
Que el Sagrado Sol siga iluminando tus pasos.
Karina Holoveski
Mujer Medicina-Chamana.
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