Por: Claudia Marcela Vásquez
Esta Soledad
Esta soledad en la que hoy naufragan,
Cual remeros ineptos mis latidos
Ahogándose en el mar de los quejidos
¡sin aire mis neuronas ya divagan!
La orilla de tus besos no diviso,
Vive la lejanía en tu presencia,
Muero en la cercanía de tu ausencia,
Sin tu dulzor mi cuerpo es casi occiso.
Extraño nuestra antigua complicidad
Aquellas confidencias de amanecer
Cayeron por el hueco de la frialdad.
Y como lo nuestro ya no puede ser
Me dejo llevar por la fatalidad…
¡Y en otra vida nos volvemos a ver!
La Edad
Si el destino se desliza entre las ramas del árbol de la felicidad para susurrar en el viento la canción de la distancia entre la vejez y el olvido, entre el hoy altivo feliz lleno de esperanzas y el futuro, en el cual las células del cuerpo de a poquito se van marchitando, es en ese soplo del destino que una descubre que el hoy bien vivido es la tranquilidad que translucirán luego los ojos casi sin brillos de la edad en la cual el paso el paso del alma a otra dimensión es inevitable.
Pregunta
¿Qué se siente
encontrarse vacía,
perdida, incompleta
y con el alma en agonía?
Yo pregunto
cuando en realidad…
vislumbro una respuesta.
Es como vivir
en un valle aluvial.
Sentir
que no logro descubrir
algún deseo de avanzar.
Que el mundo es quimera
O lo será
al menos
hasta que tome las riendas
del caballo de mi vida
salvaje y sin rumbo.
Es llorar en las penumbras
sabiendo
que jamás
tendré el tesoro que era mío
y me ha sido arrebatado.
Por injustificada cobardía
No arremeto
Contra quien lo posee.
Es aullar en el dolor
de un corazón sediento,
hambriento de ilusiones,
temeroso de arrancarlas
con la fuerza del ciclón
que se forma en mi interior
y escalar con ellas
la cúspide mas alta
Y gritar: ¡son solo mías!