Cada 1 de febrero se celebra el Día Mundial del Galgo, una fecha impulsada por asociaciones de amigos de los animales, que tratan de concienciar al público en general de los maltratos a los que son sometidos e intentan darles una segunda oportunidad, rescatándolos y ofreciéndolos en adopción como animales de compañía.
Pero ¿por qué se eligió esta fecha? Resulta que el 31 de enero marca el final de la temporada de caza con galgos en España (lugar de origen de la efeméride), por lo que al día siguiente llega para muchos de estos animales un destino aún peor que la vida ya de por sí cruel que han soportado: perderán la vida o serán abandonados porque ya no resultan de utilidad para los cazadores.
La matanza y el abandono que sufren estos perros cada 1 de febrero hizo que la fecha sea la oportunidad para contar la realidad que padecen y cómo terminan cuando son descartados.
“Los que sobreviven languidecen abandonados en perreras donde, inevitablemente, terminan muriendo”, destacan los proteccionistas españoles.
En ese sentido, se rescatan actualmente más de 15.000 galgos al año, aunque los animalistas estiman que se abandonan unos 60.000.
Durante la temporada de caza, estos elegantes perros viven en oscuros y estrechos agujeros; y cuando no les toca salir a cazar son encerrados, apenas alimentados o directamente los hacen pasar hambre.
Al final de la temporada de cacería “se deshacen de muchos galgos de las formas más horribles que podamos imaginar: los cuelgan vivos de los árboles, los tiran a pozos, los dejan morir de hambre, los golpean hasta morir o los abandonan. Miles de galgos son asesinados cada año”, según la Fundación El Arca de Noé.
Entre las atrocidades que padecen estos nobles animales, la peor al momento de deshacerse de ellos y la favorita de los cazadores (aseguran los proteccionistas de perros) es la conocida como “tocar el piano”.
Así lo explican en el blog Animales en Adopción: “Atan a los galgos del cuello y los cuelgan en un árbol para que el pobre perro que apenas llegue al suelo, tratando de equilibrar, y ‘baile’ de adelante para atrás con las patas traseras casi en el suelo, intentando evitar su estrangulación”.
El tambaleo que hace el animal mientras trata de escapar es comparado por los cazadores con el movimiento de las manos de un pianista. Claramente el perro no logra escapar y padece una muerte lenta en la que experimentó pánico, ansiedad, desesperación y un dolor inimaginable.
Transcurridas horas e incluso días, cuando el galgo, ya sin fuerzas, no puede apoyarse sobre sus patas traseras, finalmente se ahorca y muere por asfixia.
Además, estos canes de hocico largo, gran olfato y patas largas también fueron utilizados (lo son aún) en varios países para correr carreras.
En Argentina ocurrió hasta noviembre de 2016, cuando se sancionó la Ley 27.330 que las prohíbe en todo el territorio.
El entrenamiento al que son sometidos para correr es también despiadado: “Se los entrena con técnicas horribles, como remolcarlos atados a coches, camiones o motos a mucha velocidad“, develan en una página especializada en buscar adoptantes para los galgos rescatados.
¿De dónde vienen los galgos?
La historia no logró determinar cuándo ni dónde apareció la raza, pero quienes investigaron el origen se asombran por la similitud física entre el galgo y los perros que aparecen en las pinturas egipcias y especulan con que, quizás, sus raíces sean faraónicas, como las del Podenco. Los buscadores de esas primeras huellas aseguran que también se parece al Vertades romano. La única prueba sobre la antigüedad de la raza está en un texto romano del siglo II a. C. escrito por el cónsul de la Bética donde hacía referencia a una cacería de liebres.
Otro escrito, más alejado en el tiempo, también cuenta sobre esa actividad en los países árabes y cristianos, sin distinción de clases. Desde entonces y hasta la actualidad, varias naciones continúan con esa práctica y las consecuencias que éstas generan dieron nacimiento al día que hoy se conmemora.
Fuentes: Día Internacional de, Infobae, Fundación El Arca de Noé