Días atrás, Tokio inició la pretemporada de cara a una nueva edición de la Liga Federal, la tercera categoría del básquetbol argentino. Ese mismo día marcó también el regreso al Oriental de uno de sus íconos, el entrenador Horacio Santa Cruz, quien trabajará en las formativas y además será asistente de Agustín Ponissi en el certamen nacional.
Próximo a celebrar cuarenta años como entrenador de básquetbol, el popular “Cabeza” habló con EL DEPORTIVO sobre esta nueva etapa en el club, el resultado de esas cuatro décadas junto a la naranja y, claro, la ilusión de ascenso a la Liga Argentina. “Tokio se merece estar en una liga mayor”, aseguró.
Horacio… de vuelta en Tokio…
Es una emoción muy grande volver en esta etapa a mi casa, después de estar un tiempito en el CAPRI, al que agradezco mucho por la atención, porque fueron buenos años de trabajo. Ahora en el club vuelvo a animarme otra vez a la parte que siempre me gustó, que es la formación del jugador y, sobre todo, de la persona. Voy a poner todo de mí para seguir trabajando como lo vengo haciendo desde hace muchos años.
¿Cuántos años como entrenador de básquetbol?
Y en marzo ya van a ser cuarenta años. Arranqué a los 18 años. Por eso es que volver a Tokio justo en esta etapa es una doble satisfacción para mí. Es recuperar todos esos años, tratando de adaptarme siempre a lo nuevo. Es una satisfacción plena tener esta nueva oportunidad.
¿Cuáles son las tres mejores cosas que te dejaron tantos años junto al básquetbol?
Es difícil… Tuve muchas satisfacciones como jugador, la posibilidad de ascender cuatro veces a la Liga Nacional, las amistades… Donde voy, siempre trato de ser un amigo más, más allá de que no todos me quieren, pero trato de tener el mejor trato posible. También es cierto que el básquetbol me quitó mucho tiempo de mi familia, de mis hijos, pero eso es lo que hoy trato de recuperar. Es difícil porque el básquetbol te da y también te quita. Y hoy una de las cosas que disfruto es justamente estar en el básquetbol junto a mis hijos, el año pasado en CAPRI con uno y ahora en Tokio, con otro. Y claro que también están los logros. Alguna vez me preguntaron cuántas veces salí campeón. Y la verdad es que nunca me puse a contar. Esos logros quizás son importantes, pero me quedo con la satisfacción de haber sumado mi granito de arena a todos esos jugadores que hoy llegaron a algún lugar importante. Creo que esa cuestión, esto de lo formativo, es lo más importante y lo más lindo que me dejó el básquetbol.
¿Cuánto cambió el básquetbol misionero en estos cuarenta años?
Creo que lo principal es el tiempo que le dedica el jugador. Antes había más tiempo, podíamos estar entrenando dos o tres veces por día. Hoy en día es difícil pensar en que un chico entrene todos los días de la semana, siempre hablando a nivel amateur. Creo que hay que recuperar ese espacio dentro de un club. Y después, claro, cambiaron muchas cosas, la tecnología, los entrenamientos, pero bueno, siempre traté y trato de adaptarme al básquetbol actual, con la facilidad que significa estar siempre trabajando en esto.
Se viene la Liga Federal… ¿qué perspectivas tenés?
Realmente es un orgullo para mí ser parte del equipo y poder ser asistente de Agustín. Voy a tratar de aportar todo lo que pueda para cumplir con ese sueño que tenemos todos, que es el de ascender. Sé que a Tokio se le va a dar, no sé si ahora o después, pero esperemos que sea este año. Sabemos que es difícil, pero la ilusión siempre está. Por eso, vamos a acompañar a Agustín en este duro proceso, la Liga Federal es uno de los torneos más desgastantes y tenemos que estar siempre frescos y listos para trabajar.
¿Te imaginás a Tokio en la Liga Argentina?
Es una ilusión que tenemos todos y que yo particularmente tengo desde siempre, ya sea estando acá en el club o no. Siempre está esa ilusión. Y la respuesta es que sí, es un sueño y ojalá que se cumpla algún día. Sin dudas, Tokio se merece estar en una liga mayor. Más allá del Federal, que estar acá no es menor, pero por todo lo que hizo y hace su gente, Tokio se merece mucho más.