Entre tanto caos social y la vulnerabilidad que atraviesa a miles de familias, la solidaridad está a la orden del día. Hay quienes piensan en el otro, en otros; y no sólo se conforman con reconocer la problemática, sino que traducen la buena voluntad en acciones prácticas, útiles, esperando de algún modo contribuir al futuro individual y colectivo.
Es el caso del proyecto ‘Jóvenes por la Educación’, que todavía no cumplió un año pero pasó de tener cuatro integrantes, a contar hoy en día, con alrededor de setenta colaboradores. Sin intenciones de lucro, un grupo de estudiantes reunió sus voluntades para pensar qué podían hacer a fin de contribuir en materia educativa en los barrios periféricos de Posadas.
Primero tenían que tomar contacto con el terreno. Así visitaron los barrios Prosol ll, Porvenir ll, Porvenir l, San Isidro y Barrio Evita. Conocieron los contextos, hablaron con los vecinos y se toparon de cerca con la situación del día a día de muchos niños y adolescentes. “Hace poco me recibí de profesor de Historia y mis prácticas las había hecho en colegios del centro de la ciudad; por eso queríamos saber cómo era la educación en estas zonas más vulnerables”, contó Pablo Lliej, uno de los integrantes que inició el grupo, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
Una cosa lleva a la otra, y si bien el objetivo específico del proyecto es trabajar por la educación, también el equipo comenzó a recibir todo tipo de donaciones por parte de colaboradores, sobre todo alimentos, productos de higiene e insumos para la escuela. Las mismas son destinadas a merenderos e incluso en algunos casos garantizan la comida de la semana. A esto, se le suma la asistencia que brindan ante situaciones de emergencia, como daños por temporales, inundaciones o incendios domiciliarios.
“Necesitamos conductores solidarios”
Al tratarse de un equipo conformado por jóvenes que trabajan “a pulmón”, hay ciertos recursos que necesitan para poder cumplir toda la cadena de solidaridad. Por ejemplo, un medio para transportar insumos de mayor porte o una buena cantidad de alimentos.
“Nosotros nos manejamos siempre en colectivo. Nuestro punto de encuentro es la terminal de transferencia Quaranta y de ahí vamos juntos a los barrios. Ahora recibimos muchas donaciones -comida, ropas, ventiladores- para familias afectadas por incendios en sus hogares, y nos vendría bien que alguna persona nos asista con auto o camioneta para llevar las cosas, porque en colectivo se vuelven complicados estos traslados”, explicó Pablo.
Realidad que preocupa: “Muchos chicos no saben leer ni escribir”
Clases de apoyo escolar, talleres de RCP, de higiene bucal, de arte, reciclado y muchas otras actividades son las que el grupo Juntos por la Educación acerca a los barrios.
“Si bien no todos los voluntarios asisten de forma constante porque sabemos que la gente tiene sus asuntos y sus tiempos, siempre aportan su grano de arena desde su lugar y eso se valora. Se sumaron profesionales que nos orientan en sus áreas específicas y también dan charlas; todo sirve para contribuir”, resaltó Lliej.
Consultado sobre qué necesidades detectaron respecto a la educación, el joven describió una situación preocupante, sobre todo en el barrio El Porvenir ll. “Nos encontramos con chicos de todas las edades, incluso de 11, 12 y hasta de 15 años que nos contaron llorando que no saben escribir ni leer”, señaló. Algunos abandonaron la escuela por problemas familiares y otros asisten, pero evidentemente las competencias de lectoescritura no están comprendidas.
“Eso es una situación crítica por todo lo que implica. No se trata solo de saber leer un libro, sino de conocer por ejemplo la denominación de los billetes, leer un cartel, manejarte en un colectivo… es una herramienta fundamental para la vida“, opinó.
Actualmente el equipo va todos los sábados al barrio, haga frío, calor o llueva, siempre está presente; incluso lo seguirá haciendo durante las vacaciones para ayudar a niños y adolescentes que se llevaron materias o simplemente quieren seguir aprendiendo.
Gracias a que hace poco les donaron sillas y mesas, la dinámica de los talleres de apoyo escolar puede organizarse de una mejor manera: “A veces agrupamos chicos que tienen materias pendientes, o según las edades, o quienes quieren pintar o aprender algo en particular”, a fin de enseñar con mayor precisión.
“A ellos les gusta aprender y conocer cosas nuevas, se interesan”
Muchos de los niños provienen de familias disfuncionales o no encuentran el acompañamiento necesario en su entorno. Por eso, generalmente “los merenderos son el punto de referencia en los barrios y allí nos acercamos; los chicos ya nos conocen y en su mayoría hemos generado un vínculo estrecho”, destacó Pablo.
Contó que esperan con ansias que llegue el sábado e incluso los van a esperar cuando bajan del colectivo: “Quedan contentos, nos reciben; y a veces te dicen ‘gracias a ustedes pasé de grado’, entonces uno sabe que les está ayudando”.
Estas son las pequeñas demostraciones del aporte real. Es gratificante el agradecimiento no por una cuestión de ego individual, sino por sentir la tranquilidad de que ese niño o adolescente se llevó algo significativo e indispensable para su vida, como lo es saber leer, escribir, o mantener su trayectoria escolar, que es nada más y nada menos que un puntapié que le abrirá puertas en un futuro.
Uno de los puntos a resaltar es que los chicos demuestran un interés genuino por asistir a las clases de apoyo. Según Pablo, esto es porque les presentan propuestas nuevas y “a ellos les gusta mucho conocer, son curiosos, por eso es importante incentivarlos desde temprana edad, lo mismo con el tema de la lectura; ahora hay una pequeña biblioteca con algunos libros, y si les decís vamos a sentarnos a leer, ellos se suman sin problema”, relató.
La fuerza de voluntad como motor de un proyecto que tiene futuro
Pablo Lliej reconoció que además del flagelo educativo, “son muchas las problemáticas y hay mucho por hacer en estos barrios”. Describió que se encuentran con las situaciones de las más complejas, como casos de abuso intrafamiliar, niños que no comen, falta de provisión de agua corriente y otros tantos obstáculos diarios.
Debido a que estos meses de trabajo fueron muy fructíferos, ya que sumaron muchos voluntarios, donaciones y experiencias, el grupo aspira a redoblar sus esfuerzos y mantenerse activos también en 2024.
“De parte del Municipio nos encantaría que haya profesionales que nos orienten, porque somos todos jóvenes y lo hacemos todo por autogestión, por eso también hay inexperiencia y estamos aprendiendo en el camino”, admitió. Además, sugirió la idea de presentar algún tipo de proyecto para que el Municipio se ocupe de la educación en ámbitos informales.
Para finalizar, agradeció a todos los voluntarios y colaboradores que aportan desde su lugar: “Todo lo que la gente dona llega 100% a los barrios. Todo es con transparencia y honestidad, cada paso que damos lo comunicamos en nuestras redes sociales. Podemos mejorar un montón de cosas pero lo importante es que ganas no nos faltan y estaremos presentes este año y los que vendrán”.