Aparecido por primera vez en el rotativo neoyorquino New York World, el crucigrama, inventado por Arthur Wynne, desafiaba cada domingo a sus ávidos lectores a resolverlo.
Este popular entretenimiento, tal como lo conocemos en la actualidad, se ha convertido en el pasatiempo preferido de todos aquellos a quienes les gusta pasar un rato agradable jugando y aprendiendo.
Pero ¿cuáles son sus orígenes y antecedentes?
En la Gran Bretaña del siglo XIX existía un juego infantil a menudo incluido en los libros de pasatiempos (también en algunos periódicos de Estados Unidos) conocido como el “cuadrado mágico”. Consistía en resolver un grupo de palabras colocadas de modo que se podían leer tanto de forma vertical como horizontal.
En esos primeros momentos, este acertijo no presentaba ninguno de los intrincados mecanismos de resolución de que dispondría más adelante, ni tampoco los cuadros negros que serían introducidos a principios del siglo XX y que serían tan característicos del juego.
A pesar de que el “cuadrado mágico” ofrecía las palabras necesarias para que el jugador resolviera la pregunta, tampoco disponía aún de la famosa lista de “claves” horizontales y verticales para desafiar al jugador a deducir la respuesta correcta.
En 1873, la revista infantil St. Nicholas Magazine, publicada en Nueva York, empezó a publicar una especie de crucigramas a los que llamó “Double Diamond Puzzles” (rompecabezas de doble diamante). Este juego iba firmado por un misterioso personaje que se hacía llamar Hyperion. El juego publicado por la revista no era como el que conocemos hoy en día, no tenía los conocidos cuadraditos, sino que las respuestas se tenían que entrelazar en un papel aparte.
Publicada con periodicidad mensual, la revista infantil St. Nicholas Magazine, además de tener los primeros crucigramas, también proponía otro tipo de acertijos como este, llamado algo así como “acróstico primario ilustrado”:
Años más tarde, el 14 de septiembre de 1890, el periodista Giuseppe Airoldi publicó otro tipo de juego en la revista italiana Il Sécolo Illustrato della Doménica basado en el “sator”, un cuadrado de palabras que contiene un multipalíndromo, es decir que tienen el mismo significado tanto si se leen de arriba abajo como de abajo arriba, así como de izquierda a derecha o de derecha a izquierda (el ejemplo más antiguo de este tipo de cuadrado fue hallado en Pompeya en 1925).
Airoldi dio a su entretenimiento el sugestivo nombre de Per il tempo passare (para pasar el tiempo). Consistía en un cuadrado de cuatro por cuatro letras, pero aún sin los famosos cuadraditos negros. El acertijo ofrecía pistas para hallar las palabras ocultas que se correspondían a las palabras ripa, oder, sera, amen y rosa, idem, pere y aran. Pero el juego no tuvo el éxito esperado y dejó de publicarse.
El creador del crucigrama tal como lo conocemos en la actualidad fue el británico Arthur Wynne, un gran aficionado de la música y a los rompecabezas.
Wynne emigró a Estados Unidos el 6 de junio de 1891, cuando tenía 19 años. Al principio, el joven tuvo la intención de continuar la tradición familiar y se puso a trabajar en una granja en Texas, recolectando cebollas. Pero al final decidió dar un giro a su vida y puso su mirada en el periodismo.
Muy pronto, Wynne obtuvo el puesto de editor para un periódico de la localidad de Liverpool (Ohio) y más tarde, ya en Pittsburgh (Pensilvania), fue nombrado editor de deportes del periódico local McKeesport y del Pittsburgh Press. Más tarde se mudaría a Cedar Grove (Nueva Jersey), y a finales de 1913 consiguió un puesto como director editorial de la sección de entretenimiento del New York World, periódico propiedad del millonario Joseph Pulitzer.
Fue precisamente en el suplemento dominical del New York World cuando, el 21 de diciembre de 1913, se publicó por primera vez, a propuesta de Wynne, un nuevo y enigmático juego llamado “rompecabezas de palabras cruzadas”.
Al principio, el juego era muy elemental si lo comparamos con los crucigramas actuales. El acertijo tenía forma de diamante, y el lector tenía que adivinar palabras de diferentes longitudes siguiendo la numeración de las distintas definiciones que se mostraban, tanto horizontal como verticalmente.
Más tarde, y para definir mejor los límites de las palabras, se incluyeron los famosos cuadrados negros entre las palabras. En principio, el juego se tenía que haber llamado Words-Cross puzzle, pero un error tipográfico lo transformó tres semanas después en Cross Words (palabras cruzadas), nombre que acabaría triunfando y por el que se conoce en el mundo anglosajón al crucigrama.
Arthur Wynne murió el 14 de enero de 1945 a los 73 años. Habría podido convertirse en un hombre muy rico si el periódico en el que publicó su primer crucigrama, el New York World, hubiera registrado comercialmente aquel pasatiempo, cosa que no hizo.
Aunque otros juegos han aparecido y desaparecido, la resolución de crucigramas es algo que se ha perpetuado en el tiempo, modernizándose con las nuevas tecnologías que nos permiten actualmente resolverlos por internet y sosteniéndose a día de hoy como uno de los pasatiempos más populares en casi todo el mundo.
Fuente: Historia National Geographic