Muchas veces olvidamos lo que tenemos guardado en nuestros recuerdos. Quizás esas enseñanzas ancestrales pertenecen a la familia y aunque así no lo sea, sabemos que todos tenemos el mismo origen y todo está en nuestras raíces.
En este caso, compartimos contenidos ancestrales para hacer nuestra vida más consciente.
Y así decía la abuela:
“Si algo duele Mija es pa’ recordarnos que estamos vivas, deje que las plantitas le curen el alma herida.
“Pa’l mal de amores nada como un tecito de flores, póngale bugamvilia, cedrón, manzanilla, endúlcelo con miel pura y déjelo reposar en el día. Por la noche dese un baño con ruda, pétalos de rosa, pirul y romero y que las penas se enjuaguen con agua besada por fuego.
“No tenga miedo a sentir Mija, el empacho de un mal amor también tiene cura, una buena sobada en la panza y el pecho con pan puerco y vaya con su ama pa’ que le truene el cuero.
“Apréndase bien mis trucos y mis recetas, pa’ que mi herencia viva en su cocina, acuérdese siempre que el amor entra por la comida, y que la comida no solo nutre el cuerpo, también nos llena de recuerdos.
“Así cuando me extrañe búsqueme en el atole de pinole, y deje que el sabor del tamal de elote le devuelva la sonrisa, voy a estar en sus frijoles con causasa para recordarle que los quelites siempre le dan sabor a la vida.
“No se apure Mija si ve que me apago poco a poco, acuérdese que la raíz nunca se olvida de sus flores, espéreme en noviembre con un jarro de pulque, con mole de guajolote y un huaxmole, espéreme con papel picado, flor de nube y pan azucarado.
“No se apure si siente que le faltó el tiempo a mi lado, yo vivo en su sangre, en sus cabellos, en su pecho y en su semilla.
“Somos ramas del mismo árbol, hijas de la misma tierra, herederas de la flor y el canto, de las señoras con faldas de jade y serpientes, de tocados de plumas”.
* Autoría: hija de la bordada (en Facebook)