A través de un mensaje emitido ayer por cadena nacional, Alberto Fernández salió a defender su gestión y aseguró que le deja más de un billón de pesos en la caja a su sucesor, Javier Milei.
Si bien Fernández admitió que su gobierno no alcanzó los objetivos que se propuso, enumeró lo que considera momentos exitosos de su gestión como las exportaciones agrícolas y ganaderas, las de gas y de litio, el gasoducto y otras raras conquistas que en realidad no se dieron o tuvieron nulo o escaso impacto en la economía y su crítico derrotero.
Tras hacerlo, Fernández advirtió que “con semejante escenario” (sic), “no es razonable pensar en un ajuste que detenga nuestra producción y restrinja el empleo y el consumo que tanto nos ha costado recuperar”.
Fue el último dislate público de un presidente que estaba llamado a ser el de la unidad y el desarrollo y terminó siendo otro mandatario de “crecimientos invisibles” parafraseando a un exjefe de Estado que resumió así su ausencia de logros.