Con profundas muestras de dolor, la tierra colorada despide a uno de sus artistas más representativos, Ramón Gumercindo Cidade, reconocido mundialmente como Ramón Ayala, “El Mensú”.
Un artista cuya poesía y canciones trascendió fronteras describiendo como ningún otro la idiosincrasia del Litoral, falleció el jueves pasado a los 96 años en el sanatorio Güemes de la ciudad de Buenos Aires, donde se encontraba internado a causa del agravamiento de un cuadro de neumonía. De esta manera, al conocerse la triste noticia, artistas del ámbito provincial y nacional expresaron su dolor a través de las redes sociales.
En tanto, el velorio del poeta y artista plástico se realizó ayer en el barrio porteño de Almagro mientras que hoy a las 11, partirá el cortejo fúnebre rumbo al Cementerio de la Chacarita acceso a crematorio.
En Posadas, a esa misma hora, un grupo de artistas y difusores de la cultura invitaron a la población en general, a rendir homenaje a Ramón Ayala en el Busto del Mensú, emplazado en la Bajada Vieja en inmediaciones de la costanera capitalina.
Cabe destacar que anoche se realizó la última velada de la 54ª edición del Festival Nacional de la Música del Litoral, en el cual se llevó a cabo un sentido homenaje al gran artista misionero Ramón Ayala, informaron desde la organización.
Voces de los artistas
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, el célebre cantautor santiagueño Peteco Carabajal comentó que el fallecimiento de Ramón Ayala “es una pérdida muy grande para la cultura del país y desde lo personal, lo he conocido y hemos sido compañeros. Es un hombre que nos ha brindado mucho: la amistad, su dote de gente y su talento. Todo lo que ha hecho artísticamente fue de gran nivel, se podría decir de los más exquisitos artistas que ha tenido nuestra tierra, por eso es una gran pérdida”.
A su vez señaló que este artista misionero “ha cumplido bien con su vida, con mucho esfuerzo, pasión, fantasía y alegría, hoy lo despedimos así, como un grande. Él va a estar constantemente entre nosotros, incluso si uno no pensara en la muerte, podría seguir tranquilamente disfrutando aún de la posibilidad de saber que lo va a encontrar siempre al querido Ramón. Ojalá en su tierra, en Misiones, le rindan homenajes merecidos” comentó y se despidió, “un abrazo al pueblo misionero y en especial para despedir juntos al querido Ramón Ayala”.
En tanto, el músico chamamecero Antonio Tarragó Ros manifestó: “Para mí Ramón es una presencia permanente, siempre lo cito como poeta, como amigo y como hombre solidario”. Además comentó que en amplia carrera musical tuvo la oportunidad de conocer a importantes artistas del ámbito nacional, “algunos no eran como yo soñaba o quería que fuera, pero Ramón sí, era eso que nosotros pensamos de los artistas, que no son de este planeta, que tienen algo diferente, por eso tienen algo que ve más allá de uno y tuve el privilegio de ser su amigo, considerado por él, por Vicente (Cidade) y por su mamá”.
En este sentido, el referente del ritmo del chamamé tarragosero recordó la generosidad tanto de Ramón como de su hermano Vicente, donde en una oportunidad “El Mensú” se encontraba de gira por Irán y su hermano, quien administraba la peña “El Hormigueo” en Buenos Aires, lo llama porque había comprado un departamento a Ramón Ayala con un dinero que le había dado la Sociedad de Autores, ya que también era apoderado del cantante. “Vicente le compra un departamento y me dice ‘Tarragocito’ quiero hablar con vos, entonces me voy a la noche a la peña donde me pregunta ‘¿vos dónde estás viviendo?’ y le dije que en el Hotel Internacional y me dice: ‘te voy a decir una cosa, a Ramón le va a encantar que vos entres en el departamento de él’. Entonces me dio el departamento sin estrenar para que vaya a vivir con Perlita (su esposa). A Ramón Ayala le debo media vida y toda la magia que me regaló y me demostró que el arte era posible; porque él no hacía trucos, él hacía magia”.
Además, Tarragó comentó: “Ramón siempre le veía el lado bueno a todo, por eso era un gran poeta y artista. Un artista es alguien que transforma una desdicha o tragedia en algo bello. Hay canciones de amor escritas y de ese gran dolor sale una hermosa canción. Ramón Ayala era el arte mismo porque a todo le encontraba la belleza, la profundidad y la trascendencia”.
Por su parte, el músico y ministro de Cultura provincial Joselo Schuap, quien se encontraba rumbo a Buenos Aires junto al artista Cacho Bernal para darle el último adiós al célebre músico de la tierra colorada, destacó la figura de Bernal quien acompañó artísticamente al Mensú “en la construcción también de varias cosas como por ejemplo toda la rítmica del gualambao y todo lo que hoy es prácticamente un hecho real e indiscutible. Entonces para nosotros es un honor llevar el saludo de tantos, nos sentimos de alguna manera enviados especiales de este momento tan triste por la pérdida, pero que va a ser recordado eternamente porque Ramón pasa a la eternidad y todo el mundo sabe quien era Ramón y todo lo que hizo no se va a perder jamás”.
En este sentido, el músico expresó que este día era para recordar a Ramón Ayala y “escuchar su música, alegrarnos con él y saber de que vivió 96 años de creación plena, no solamente de música, sino también poesía y todo el arte misionero a través de sus pinturas y básicamente su actitud ante la vida. Ramón nos ponía siempre el ejemplo de la lucha de que todo aunque sea malo puede se transformado en bueno”.
Por su parte Cacho Bernal dijo: “Tenemos que disfrutar de la obra de Ramón, él ya no está físicamente, pero su obra está y va a seguir estando, así que transformemos esto que hoy en día es triste en lo positivo que sería recordarlo y recrear toda su obra”.
Otro de los artistas misioneros que tuvieron la oportunidad de acompañar sobre el escenario al Mensú fue Juan “Pico” Nuñez quien manifestó que “la verdad que la noticia nos pegó fuerte a todos, sobre todo a los que compartimos cosas muy de cerca con él. Ramón fue, es y seguirá siendo uno de los referentes más grandes que tenemos en la provincia, por expresar todo su universo dedicado al hombre y al paisaje”.
A su vez, este integrante de Los Nuñez, junto a su hermano Marcos Nuñez señaló que Ramón era alguien que le gustaba la pintura, la poesía y la música “es un artista completo y nosotros tuvimos la suerte de compartir parte de nuestras vidas con él y todo lo que representa Ramón Ayala y para nosotros fue muy enriquecedor”.
El anfiteatro Manuel Antonio Ramírez es el escenario donde se interpretaron sus más memorables canciones y donde “creo que en cada Festival del Litoral hay que dedicarle un homenaje a Ramón y más que nada porque defendía la identidad misionera en la música y todo lo que tiene que ver con nuestra cultura”, dijo. A su vez, este artista oriundo de Campo Viera recordó que el anfiteatro cuenta con una tribuna que lleva el nombre del recordado artista así que “el duende de Ramón en esa tribuna quedó prendido en el Festival, en el público y en todos los amigos. La verdad es que nos deja un legado muy grande”.
Finalmente expresó que solamente le quedan “palabras de agradecimiento a Ramón por todo lo que hizo, nos deja y lo que significa. Ha sido uno de los fundamentales artistas del folclore nacional que el fue contemporáneo de Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú y de tantos grandes que pensaban en el folclore nacional y Ramón está dentro de esos nombres. La verdad que es una día muy emotivo para recordarlo”.
Mientras que el cantautor misionero Karoso Zuetta contó: “Para nosotros Ramón Ayala no va a ser una cosa del pasado, para nosotros es presente y futuro porque nosotros convivimos con su obra cada día en la escena, en la prédica, en los comentarios y en las anécdotas. Esa es nuestra vida y en especial con nuestra hija (Eva Luna) que también canta sus canciones desde niñita, ayer a la tarde estuvimos ensayando un repertorio en el que habían varias canciones de él, entonces para nosotros él es presente y es futuro. Mas allá de su obras, la gran enseñanza que nos dejó es la búsqueda de una canción que tenga que ver con Misiones, con su cultura, con su historia, con sus misterios y con su gente, sin copiar. Una canción original y propia, una búsqueda de una escena sonora en el que se refleje el paisaje, la gente, la memoria de los misioneros. Nosotros vamos a esforzarnos por trasmitir a las siguientes generaciones, pero la muerte es un inevitable transe que nos toca a todos, pero hay muy pocas personas que logran ese misterioso milagro de sobrevivir a ese transe y permanecer de otra manera, en el caso de Ramón es en los sonidos, los colores y en los cuadros”.
Asimismo, Zuetta confió: “Nosotros tenemos su presencia permanentemente y así seguirá. Esto para nosotros es una cuestión inevitable que obviamente hubiésemos querido que no suceda, pero es inherente a la existencia humana y en ese contexto señalo nuevamente el detalle que él está y seguirá estando”.
La trayectoria de Ramón Ayala
Ramón Ayala nació en 1927 en Garupá. Fue el mayor de cinco hermanos. En la adolescencia, tras la muerte de su padre, se trasladó a Buenos Aires, con su madre y se inició, de manera intuitiva, en el aprendizaje de la guitarra.
Allí acompañó al cantor cuyano Félix Dardo Palorma y, alentado por el maestro Herminio Giménez, comenzó a trabajar el repertorio litoraleño. A lo largo de los años 50, Ayala formó parte del trío Sánchez-Monjes-Ayala (junto a Arturo Sánchez y Amadeo Monjes) con el que recorrió una amplia variedad de canciones.
En 1960 creó el gualambao con la idea de darle un estilo propio y único a su provincia. Dos años más tarde viajó a Cuba, invitado por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Allí pudo conocer al revolucionario Ernesto “Che” Guevara, y comprobar que su canción “El mensú” había sido cantada en los fogones revolucionarios de la Sierra Maestra durante la Revolución Cubana.
“En 1963 compuse ‘El cosechero’, que fue un éxito enorme. Y ‘El jangadero’, que Mercedes Sosa cantó como nadie. Desde entonces no paré de componer”, narró el propio Ayala.
En su vasta trayectoria, Ayala realizó más de 300 composiciones, donde en 1976 grabó su primer disco solista, “La vuelta de Ramón Ayala El Mensú”. En tanto “Posadeña linda”, “El río vuelve”, “Mi pequeño amor”, “Zambita de la oración”, son otras de sus reconocidas obras.
“Hay una especie de descubrimiento con mi obra. O tal vez todos me están cargando”, bromeó Ayala, en diálogo con Télam, hace algunos años, sobre la múltiple ramificación de su música, especialmente entre estudiantes y músicos jóvenes.