“Mi bisabuelo me sorprende siempre, quizás me guía desde el cielo. Es curioso porque todos los años cuando se acerca el aniversario, me aparecen testimonios que van dando forma a la historia de este personaje que no deja de asombrarme”, manifestó la escritora e investigadora Gloria Beatriz Torres Lanús, al referirse a los nuevos e interesantes datos que obtuvo de Leopoldo Víctor Lanús, desconocidos, hasta el momento, para ella y para su entorno.
Casi en coincidencia con los 119 años de la creación del populoso barrio posadeño, Miguel Lanús, que se cumplieron el 28 de octubre, Torres se enteró que el fundador estuvo radicado en la localidad de Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, donde tuvo destacadas actuaciones. La novedad llegó a través de su colega, el escritor Ulises Gallardo, quien se encuentra indagando sobre la historia de este poblado del Sur del país.
En junio pasado, mientras se encontraba en Europa, recibió la comunicación de un investigador al que no tenía presente. “Cuando volví, insistió y tomé contacto con él. Se presentó como alguien que estaba escribiendo la historia de su ciudad y de los personajes que hicieron a la fundación de Río Gallegos. Me dijo que encontró datos de Leopoldo Víctor Lanús, por lo que la charla fue tomando otro interés por mi parte”, contó.
Añadió que “me resultó veraz porque me contó que durante la investigación encontró en el Archivo Municipal de la ciudad de Río Gallegos que, hacia fines de 1896 y hasta principios del 1903, -porque después no había más datos- vivió allí, Leopoldo Víctor Lanús”.
Gallardo siguió su investigación y en el archivo de la Dirección de Tierras de Santa Cruz encontró que el fundador del barrio Miguel Lanús era dueño de una extensión muy grande de tierra en esa provincia sureña, que se estaba formando. Además, instaló un almacén de ramos generales y, también, fue designado como jefe de estafeta de correo.
“Descubrí en el papel lo que era mi bisabuelo porque no lo conocí personalmente, ya que murió muy joven, a los 57 años. Siempre hablo de él como si fuera mi abuelo, porque era como mi mamá se refería, cuando me hablaba de él”.
Otro dato era que como hobby era fotógrafo aficionado. Prueba de ello, Gallardo envió a Torres Lanús varias fotografías tomadas por su bisabuelo, entre ellas, “la de una india cubierta con mantas y pieles del lugar, que fue publicado en un diario de la época. En otra foto aparece con un puma. Se supo que cazaron al animal, pero que no lo mataron, a pesar que era apreciado por las comunidades indígenas para cubrirse con la piel. Ese puma y esa casa de la foto, me aseveró Ulises, que era de ese lugar. Se supo que él no quedaba siempre en ese sitio, sino que, con su socio, el ingeniero Cornelio Baca, tomaban un vapor y se dirigían hasta Chile y hacían visitas al Sur de país andino”.
El escritor “me envió una serie de documentaciones muy interesantes, que, al recibirlas, me shockeó. Es una parte de la historia de mi bisabuelo que no la tenía. Tengo todo lo que está plasmado en mi libro ‘Antologías de mi tierra roja’ y el diario que él mismo escribió. Sabía que había viajado a los Estados Unidos, que en el país del Norte estuvo alrededor de dos años, pero antes de llegar acá se produjo un impase del que yo había perdido el rastro”. Entonces, presume que “esto sucedió cuando regresó de los Estados Unidos. De acuerdo a las conclusiones que saco, como le aquejaba una pena de amor, no quería quedarse en Capital Federal. El país estaba naciendo y ellos tenían esa obligación de poblar la Argentina”.
La poeta y actriz sostuvo que este material “vino a engrosar mi gran investigación en la biografía de Leopoldo. Para mí todo es importante. Hace unos años encontré en Internet, que estaban vendiendo la moneda, un trofeo que hacía Miguel Lanús, mi tatarabuelo, y regalaba a los ganaderos premiados en La Rural de Palermo. La compré y llegó en una pequeña caja a mi casa. El año pasado mi primo Daniel Rojas Lanús, que vive en Trelew, me mandó una serie de fotos de las familias patricias a fines de 1800, que nos emparenta, entonces, por eso digo, que no me deja de sorprender. Para un investigador, por más pequeño que sea el dato, es relevante”.
Sin descartar un viaje para vincularse con las cuestiones de su bisabuelo, comentó que “estoy haciendo mi diario personal y esto es como una gran felicidad y como un mandato que me envía mi bisabuelo, y yo lo voy a continuar. Pensé que cerraba esa etapa del libro y que estaba todo, pero me sorprende cada vez más”.
Cabe señalar que en ese entonces Cornelio Baca -que integró la comisión de límites con Chile presidida por el perito Francisco Pascasio Moreno y realizó la demarcación de la región cordillerana Sur- y Leopoldo Lanús eran propietarios de un almacén de ramos generales en Río Gallegos. La empresa se llamó Baca, Lanús y Cía. Miguel Grigera se asoció con ellos para arrendar al fisco un campo de 12 leguas, equivalente a 30 mil hectáreas. Llegó al entonces Territorio Nacional de Misiones en 1904, con el fin de afincarse definitivamente. Así, construye su casa y establecimiento en la estancia “San Miguel”, cerca de la exestación de ferrocarril, dedicándose de lleno a fomentar la ganadería.