A mediados de la década del 50, los pescadores comerciales de la Argentina ya extraían más de 8 millones de kilos de pescados de agua dulce cada año en nuestro país de los cuales poco más del 25 por ciento lo aportaban las aguas del río Paraná.
El Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación, a través de datos proporcionados por el doctor Juan Manuel Cordini, detalló por ejemplo que solamente en el año 1953 se extrajeron de las aguas del Paraná 2.090.720 kilos de peces. Cabe resaltar que en esa época era tal la abundancia de la fauna íctica en ese curso de agua que prácticamente no se implementaban épocas de veda para la pesca deportiva o comercial.
Basados en estudios realizados en aquella época en la zona de mayor presión pesquera, que eran Santa Fe, Rosario y Paraná, donde se extraía el 70% del total de kilos que anualmente aportaba el Paraná en todo su recorrido por el territorio argentino.
También los relevamientos arrojaban las cantidades por especie que se extraían en esa zona del río. Solo en 1953 se sacaron 457.000 kilogramos de surubí, 440.000 kilogramos de sábalo, 230.000 kilogramos de patí y 171.000 kilogramos de dorados.
Ahora bien, ya en esa época las investigaciones realizadas por técnicos del Ministerio documentaban los distintos períodos de las pescas más abundantes. Por ejemplo en julio tenía un pico de 240.000 kilos de peces al mes; mientras que en noviembre bajaba a 125.000 kilos; y en diciembre solamente 87.500 kilos.
En el mes de enero lentamente empezaba a incrementarse la cantidad de capturas llegando a un pico total de 120.000 kilos. Vale decir que quedaba en evidencia que en el período en que se acercaba el desove los peces dejaban de comer mientras subían río arriba para depositar sus huevas en el Alto Paraná.
25 años después de aquellos relevamientos, el Ministerio de Asuntos Agrarios de Misiones, a través de la Subsecretaría de Agricultura y Ganadería, puso en vigencia la Ley provincial 1040 con la publicación del decreto reglamentario 3271. Esta ley, aún en vigencia, fue creada para regir las reglamentaciones para la pesca deportiva, comercial y de supervivencia.
Y en ella se reglamentaron los periodos de veda para la pesca que iban desde el 1º de noviembre hasta el último día del mes de febrero para la especie dorado; mientras que para el pacú, el surubí y el manguruyú se extendía desde el 15 de diciembre hasta el 15 de enero; liberándose la pesca de las demás especies.
Con el correr de los años los periodos de pesca se fueron prolongando y los peces cada vez tuvieron menos tiempo para desovar. Es por ello que en el año 2022, cuando la temporada de veda no superaba los 45 días, al levantarse la restricción a la pesca nos encontrábamos con infinidad de ejemplares de distintas especies cargadas de huevas. Es por eso que vemos con mucho beneplácito que da un giro de 180 grados este año el Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables al volver a las medidas tradicionales de antaño, otorgándole a los peces desde el 15 de noviembre al 31 de enero.
Este cambio en los períodos de veda dentro del ámbito provincial sumado a que este año las precipitaciones aumentaron considerablemente y con ello también la altura de los ríos, otorgándole las condiciones ideales para el desove a todos los peces de esta zona.
Hoy se nos plantea una nueva oportunidad para reconvertir el concepto sobre los tiempos para que la fauna íctica vaya repoblando nuestros ríos y arroyos. Y es responsabilidad de toda la familia pescadora de la provincia colaborar para que así sea.
Por Walter Gonçalves