El geógrafo y cronista Pablo Sigismondi es considerado uno de los argentinos que más ha recorrido el mundo, habiendo visitado más de 160 países. A lo largo de esos viajes, se ha especializado en las culturas y pueblos ocultos a los ojos occidentales. Recientemente este profesional y trotamundos incansable visitó la tierra colorada invitado por los organizadores del Festival Internacional de Cortometrajes “Oberá en Cortos”, que del 10 al 14 de octubre celebrará su 20º aniversario. Allí brindó una charla y un recorrido fotográfico y audiovisual referido a los cambios geopolíticos de los últimos 20 años en base a sus vivencias.
Oriundo de la provincia de Córdoba e hincha de Belgrano, equipo de fútbol denominado “el pirata cordobés”, al igual que su espíritu corsario, se adentró en los mares para descubrir los secretos y la magia de distantes culturas a la que denomina “esa familia lejana”.
En una charla con Ko’ape, Sigismondi contó que “los viajes comienzan especialmente cuando uno va planeando, el primer viaje se da en la imaginación y en el deseo. Ahí empieza ese germen que luego se transforma en el viaje”.
De esta manera, el profesional comentó que esta pasión nació cuando tenía cinco años, junto a su hermano gemelo, Mario, iban junto a sus padres al Parque Sarmiento, cerca de la capital cordobesa. Provistos de una lata de picadillo y un paquete de galletitas exploraban aquel lugar: “Era una zona muy linda que tiene barrancas y una topografía muy especial y desde ese momento viene esa chispa. Luego lo que va cambiando en el viaje es un poco la escala, lo que antes era un viaje urbano se va transformando; vas visitando sitios en la provincia y después pasas a otros países. Sobre todo, hay otro motor que tiene que ver con la geografía, para que ella sea una ciencia viva como es; necesitas estar en el territorio, necesitas conocerlo, palparlo, olerlo, sentirlo, llorarlo, reír y ese territorio también son las personas que lo habitan”, explicó.
“El primer viaje se da en la imaginación y en el deseo. Ahí empieza ese germen que luego se transforma en el viaje”.
En este sentido, Sigismondi se refirió a la tierra colorada que se caracteriza por su paisaje distinto al resto del país y “de una riqueza desde el punto de vista paisajístico y geográfico, sin par. Una meseta de tierra colorada, selva y un río gigante que son el Paraná y el Uruguay; dos cataratas magníficas de nivel mundial como el Iguazú y el Moconá, y una cantidad de saltos en el interior. Todo eso hace una riqueza única que no se ve en otras provincias”, comentó, y agregó que a todo aquello “hay que agregarle un caso excepcional como pocos lugares he conocido en el mundo que es su población. Porque lo que hace a la riqueza del viaje es la gente que habita el lugar, de contar con pueblos originarios y con una enorme cantidad de inmigrantes de muchos lugares del mundo. Probablemente, una de las provincias de mayor diversidad desde el punto de vista de la inmigración, eso hace que esa riqueza sea todavía mucho más grande. Además de toda la geografía magnífica, son ustedes que nos abren las puertas y uno descubre el lugar”, expresó.
Indicó que las culturas más extrañas que conoció fueron las del Oriente y comunidades del continente africano porque “son pueblos donde se nota mucho más la pertenencia de la tierra. Te podría decir que Afganistán es uno de los países que más me ha marcado en todo sentido, porque es la lucha de un pueblo por su libertad, por vivir a su modo. Los países del oriente son particularmente riquísimos. También en África los pueblos que están en el centro que podemos llamar Bantú, el África pigmea, los de la selva donde están los grandes animales: gorilas, elefantes y todo lo que uno ve en esas series de televisión, se ven en vivo, lo podés comprobar y también te deja siempre un sabor amargo relacionado con los conflictos que a veces azotan esos pueblos”, lamentó el profesional.
“Viajo para conocer mi propia familia, porque en definitiva la humanidad es como una familia, nacimos todos los seres humanos en un único lugar del África Oriental, en el Valle del Rift”.
Respecto a cómo hizo para entender el idioma y costumbres de aquellos pueblos que visitaba en lugares casi inhóspitos comentó: “siempre es bueno llevar e estudio previo, mientras más se pueda conocer, más grado de libertad puede tener uno y entender el lugar, porque de alguna manera la ciencia geográfica lo que hace es leer el paisaje en cualquier sitio donde uno esté y de alguna manera cuando uno más conocimiento tiene, más fácil va a leer la condición geográfica”.
Aunque aclaró que por más que “uno sepa los idiomas comúnmente estudiados, por ejemplo, el inglés, el francés, el italiano o el alemán, los que accedemos con más frecuencia en nuestra porción del planeta, sin embargo, eso no sirve porque cuando estás frente a una tribu porque ellos no hablan ninguno de esos idiomas”, señaló. Asimismo recordó cuando hace 20 años conoció junto al cineasta Axel Monsú una comunidad aborigen en El Soberbio donde “por más que sepa cualquiera de estos idiomas sería imposible comunicarme con la gente y en guaraní sabemos muy pocas palabras ¿entonces desde dónde viene la comunicación? viene desde la empatía, desde el corazón, desde la mirada, desde la mímica, desde el dibujar en un lápiz y un papel o dibujar en la tierra con un palo, viene sobre todo de la capacidad espiritual de comunicarse desde la mirada y no tanto desde la palabra”, comentó.
A su vez, el geógrafo contó que en algunos viajes también se presentan situaciones difíciles que hacen reflexionar, aunque “Siempre digo: viajo para conocer mi propia familia, porque en definitiva la humanidad es como una familia, nacimos todos los seres humanos en un único lugar del África Oriental en el Valle del Rift, después nos fuimos separando, cambiando el color de la piel. De acuerdo a nuestra posición geográfica fuimos adquiriendo distintas culturas, pero en definitiva somos todos hermanos”, definió.
Además, contó que en las charlas que brinda trata de mostrar “lo que llamamos la cara oculta de la tierra; esa parte de nuestro planeta que a veces no podemos ver por desconocimiento, miedo, ignorancia o prejuicios. También he vivido situaciones difíciles de caer preso o tener problemas de salud como malaria. Situaciones que luego el mismo viaje te la hace superar y es como el Ying y Yang: viviste un momento difícil y después viene algo muy hermoso que vas a descubrir”. Es por ello, que, en su visita a Misiones, el profesional trató de compartir sus vivencias y conocimientos sobre las personas que habitan esos lugares lejanos y “la alegría de poder compartir, porque en definitiva siempre recordamos que un viaje como tal no termina hasta que lo podemos contar”, finalizó.
Por Raúl Saucedo