Respirando profunda y suavemente con una leve sonrisa nos sentimos relajados y a la vez flexibles y plenos al finalizar nuestra práctica de Yoga, permanecemos sentados en la mat para buscar nuestra lectura habitual donde retomamos expresiones del Maestro y Poeta Rabindranath Tagore de la lectura anterior:
“Nuestro yo individual no es la significación más alta de nuestro ser, porque en nosotros tenemos al ser cósmico, inmortal…”, y también “nuestros grandes maestros reveladores sacrificaron su pequeño yo, porque la naturaleza superior del ser humano siempre busca su verdad más profunda y superadora, su dharma”.
Ahora continuamos leyendo: “Podemos considerar a nuestro yo en sus diferentes aspectos: el yo que se manifiesta como tal y el que se supera, revelando así su propio significado”. En el primer aspecto, y “a fin de manifestarse, el yo trata de alzarse sobre el pedestal de cuanto ha ido acumulando y de conservarlo todo para sí… En cambio, para superarse practica la abnegación, la superación en el amor, el amor que tiene un fin en sí mismo.
Porque mientras el egoísmo obliga a dar forzadamente, el dar con amor es una fuente de goce, es la realización de nuestra verdadera naturaleza”.
Y agregaba el Maestro: “En el amor descubrimos la libertad de nuestro yo. Solo lo que se hace por amor se hace libremente, por doloroso que sea.
Trabajar por amor es la libertad en acción. Ese es el sentido del trabajo desinteresado que nos enseña el Bhagavad Gita, diciéndonos también que en la acción manifestamos nuestra naturaleza, manifestación que será perfecta mientras la acción sea libre”, porque “todo trabajo realizado por necesidad o temor enturbia nuestra naturaleza”.
Y citando una Upanishad nos recuerda que “la creación divina no es consecuencia de ninguna necesidad sino que proviene del gozo del Creador. Su amor crea y, por consiguiente, es en la creación donde se revela”. Entonces, “el significado de nuestro yo no podrá descubrirse en su aislamiento de la Creación y de la Naturaleza, sino en la realización continua del Yoga, de la unión”.
Namasté.