En honor a Train, Misiones inaugurará este sábado una estatua de este perro en el Parque Urugua-í, puesto Uruzú. La historia de este Chesapeake Bay Retriever que fue abandonado en Estados Unidos, luego entrenado para detectar droga y finalmente para buscar heces de cinco carnívoros que viven en nuestra provincia está ligada a la bióloga de la Universidad de Missouri, Karen Dematteo.
Según contó a Radio República Dematteo, vino a Misiones en 2007 para estudiar al zorro pitoco, un cánido pequeño del que se sabe muy poco y que es muy difícil encontrar con cámaras trampa.
Dos años después, esta investigación amplió su campo para incluir el estudio de otros cuatro carnívoros: yaguareté, puma, ocelote y leopardo tigre.
La investigación de la bióloga parte de las heces de estos animales, “a través de las heces podemos saber dónde está y aprender de él, porque podemos saber en qué tipo de hábitat vive. La cercanía con las personas es un problema porque pueden pasar las enfermedades de los perros a los zorros pitocos. Por eso, con esta información poder proteger esos lugares donde viven”.
Train se unió al proyecto en 2009, “necesitábamos un perro con la suficiente energía para hacer ese trabajo… y fue una suerte poder sumarlo. Él había sido abandonado en Estados Unidos, luego fue adoptado para hacer un trabajo de perro narcótico en Washington pero no tuvo suerte en ese tipo de trabajo pese a los tres cursos de entrenamiento. Por eso, pasó a nuestro proyecto”, recordó la bióloga.
Buscador de heces
Train fue entrenado para buscar las heces del zorro pitoco, “no todos los animales pueden buscar heces de otros canes porque quieren orinar arriba, pero Train no tuvo problemas y luego sumamos en el entrenamiento a los otros carnívoros y en 2016 empezamos con el proyecto ampliado”, recordó.
En los cinco años que trabajó en el proyecto, “recorrió más de 4.500 kilómetros y encontró más de 1.000 heces de carnívoros que pudimos recolectar… se encontraron más pero no se pudieron juntar. Además encontró en dos años cientos de muestras de heces de las presas. Esta información se encontró dentro y fuera del parque, en un área que va de Yaboty a Iguazú”.
De esas muestras se extrae ADN y “con eso podemos aprender cuáles especies viven aquí y cantidad de individuos y su sexo. Con toda la información que Train juntó en estos años podremos armar un corredor biológico de cinco carnívoros y armar un punto para comenzar la conservación adentro del corredor verde”, explicó la bióloga.
Train fue entrenado con una pelota de tenis como premio, “su trabajo era encontrar heces y luego jugar con su pelota de tenis como premio”.
Parece fácil pero son jornadas de trabajo en terreno muy intensas, “cada día de trabajo implicaba levantarse muy temprano, cerca de las 3 de la mañana, cuando todavía no amanecía, para poder llegar al destino al momento del amanecer. Cuando Train encontraba una muestra, la marcaba, jugaba con la pelota y nosotros juntábamos la muestra y seguíamos adelante a lo largo de todo el día. Terminábamos tipo 14 o 15 y volvíamos a la casa. Así, cinco días consecutivos, cada tres o cuatro meses”, precisó la investigadora que adoptó a Train como parte de su familia.
“Ahora está arriba cuidándonos a nosotros y al monte”
“Los que hacemos el proyecto somos como una familia y Train formó parte de ella, ahora está arriba cuidándonos y cuidando el monte”, contó la bióloga que llevaba al perro cada vez que volvía a Estados Unidos.
“Él vivía para jugar a la pelota y las personas que querían jugar con él. Nosotros decimos que tuvo una segunda vida porque, después de ser abandonado, encontró su vocación en el trabajo de la conservación ecológica. Le gustaba mucho el frío y también el agua, por lo que cuando hacía calor, si encontraba un charco entraba para refrescarse. Nosotros estamos con frío en la mañana y él igual entraba al agua… siempre se despertaba con la alarma, a las 3 de la mañana, y mientras que nosotros apenas abríamos los ojos él movía su cola encantado y ya listo”, lo recordó con mucho cariño.
Cada vez que hacían trabajo de campo, Dematteo llevaba -además de la pelotita de tenis- cuatro litros de agua y comida suficiente para Train, “igual, también comía nuestra comida, galletitas y manzanas… no había nada que no le gustara”, contó.
Train se jubiló y vivió en casa de la bióloga y su esposo, “pasó sus últimos años con todos los juegos que quería, le gustaba mucho nadar, tenemos una casita en Nueva York donde pasó mucho tiempo nadando. Fue muy loco porque tenía 15 o 16 años y uno cree que ya no tendría ganas de jugar o nadar, pero cuando llegábamos era como un niño, corría y nadaba sin parar… pasaba una hora y todos necesitábamos descansar y él quería seguir. Fue muy duro despedirlo porque fue parte de mi corazón, fue mi compañero en el monte durante once años y trabajamos juntos en Estados Unidos”, confesó.
Otro perro rescatado
Consultada sobre cómo seguirá el proyecto sin el trabajo de Train, Dematteo contó que “comenzamos a entrenar a otro perro, que es una raza similar al pastor alemán pero más chico, que también fue abandonado”.
“Tiene tres años. Llegó en diciembre pasado y la idea es entrenarlo para que quede aquí, con los alumnos del doctorado. Tiene una personalidad muy fuerte… es difícil manejarlo, por eso está conmigo todavía. Tiene mucha aptitud, cuando entra en el monte pone su nariz abajo y hace su trabajo”, elogió.
No es casualidad que también sea un perro rescatado de las calles, “normalmente buscamos los perros que tienen mucha energía que, precisamente por eso, sus dueños no aguantan tenerlo en sus casas”, señaló.