Podemos entender la piel como una especie de termostato de nuestras emociones, pues reacciones cutáneas como sudor excesivo, palidez, rojeces o urticaria no son más que indicadores de ansiedad, miedo, angustia o tensión.
El estrés es un trastorno grave que se aprecia también en la epidermis. La piel y las emociones tienen una relación más estrecha de lo que crees.
Hasta hace un par de décadas hablar sobre la relación entre la piel y las emociones era una cuestión muy aventurada. Hoy sin embargo sabemos que dicha relación existe.
Las investigaciones al respecto han dado como resultado el nacimiento de una nueva área de estudio: la psicodermatología.
La psicodermatología es una disciplina muy bien definida que estudia la relación entre la piel y la mente. A grandes rasgos, divide los trastornos en tres categorías: psicofisiológicos, psiquiátricos primarios y psiquiátricos secundarios. Por qué es importante controlar las emociones si quieres cuidar el aspecto de tu piel.
Por trastornos psicofisiológicos se entienden los problemas de la piel que empeoran o reaccionan frente a estados emocionales. La psoriasis es el mejor ejemplo (aunque no el único).
Los trastornos psiquiátricos primarios son condiciones diagnosticadas que se trasladan a afecciones cutáneas; la mayoría de ellas autoinducidas. Por ejemplo, la tricotilomanía.
Los trastornos psiquiátricos secundarios se relacionan con episodios que desarrollan baja autoestima o fobia social. Un ejemplo de ello es el acné quístico.
Las afecciones de la piel pueden empeorar o desarrollarse por condiciones emocionales, pero también pueden provocar alteraciones mentales como consecuencia. Es decir, la relación es bidireccional, cuanto mayor sea el problema mayores consecuencias físicas o psicológicas habrá.
Psoriasis: Tal y como indican los investigadores, un alto porcentaje de los episodios de psoriasis se relacionan con influencias psicológicas. El estrés es la situación más importante, además de condicionar el abordaje que se elige para detener el curso de la enfermedad.
La relación entre el estrés y la psoriasis es muy paradójica, ya que se puede desencadenar como consecuencia de padecer la enfermedad. Al hacerlo, la empeora y crea un círculo vicioso difícil de detener.
Los expertos están de acuerdo que la mayoría de los diagnósticos de esta afección antes de los 40 años se relacionan de manera directa con el estrés. Estar al tanto de esta relación es de gran importancia para evitar que los cambios emocionales bruscos afecten de manera negativa la apariencia cutánea. A su vez, ayuda a los pacientes con patologías dermatológicas a controlar la ansiedad y la fobia social.