El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Centro Internacional de Investigación de Ciencias Agrícolas de Japón (JIRCAS) han llevado a cabo una exitosa colaboración en la investigación y desarrollo de una nueva variedad de soja resistente a la roya asiática, enfermedad que ha afectado significativamente los cultivos de soja en Argentina desde su ingreso en 2003.
El Centro Experimental INTA Cerro Azul, participó en el proceso de investigación de esta variedad. Adrián de Lucía, licenciado en genética e investigador del INTA Cerro Azul, ha sido una pieza fundamental en este proyecto.
La roya asiática es un hongo que se disemina por esporas a largas distancias y ha causado graves problemas en el cultivo de soja. Las esporas se posan en distintos órganos de la planta, principalmente en las hojas, donde germinan y consumen parte de ellas.
Este proceso debilita la planta, afectando su capacidad de fotosíntesis, respiración y alimentación, lo que conlleva pérdidas económicas considerables, debido a la merma en la producción.
Diez años de trabajo
Ante este desafío, el INTA y JIRCAS iniciaron una colaboración en 2010 para abordar el problema de la roya asiática. Según explicó de Lucía a Eco&Agro, este proyecto implicó la incorporación de genes de resistencia provenientes del germoplasma mundial de soja.
En un principio, se trabajó con genes individuales de resistencia, pero se descubrió que la resistencia era volátil y se quebraba de una temporada a otra debido a la capacidad del hongo de mutar rápidamente. Como resultado, se decidió incorporar tres genes de resistencia en una variedad experimental.
“Usar un solo gen no daba resultado. El proyecto nuestro fue encarado para incorporar tres genes. Pero esos tres genes no eran al azar, sino que hay que ver que de los siete, ocho genes que estaban dando vuelta, cuales eran los que realmente causaban mayor resistencia o una resistencia de mayor a más largo plazo”, explicó el especialista.
La variedad experimental desarrollada por JIRCAS fue transferida al INTA, donde se le agregó una variedad de alta calidad nutricional y características agronómicas diferenciadas. Tras realizar ensayos en diferentes localidades del país, como Cerro Azul (Misiones), Paraná (Entre Ríos) y Marcos Juárez (Córdoba), se comprobó que la nueva variedad, llamada Doncella, mostraba excelentes resultados, incluso superando las expectativas en algunas regiones.
La variedad Doncella ya ha sido registrada en el Instituto Nacional de Semillas (INASE), lo que la habilita para su comercialización. Ahora, el INTA debe decidir cómo se llevará a cabo dicha comercialización.
Aunque aún no se ha tomado una decisión definitiva, se considera la posibilidad de licenciarla a semilleros locales o nacionales. La colaboración entre el INTA y JIRCAS no se detiene en este producto.
Trabajo mancomunado
Ambos institutos mantienen una relación continua y actualmente están trabajando en el desarrollo de otra variedad de soja, así como en una investigación para encontrar resistencia a otra enfermedad llamada Sercostera.
“Con JIRCAS seguimos una relación continua, cada cinco años renovamos un convenio. Estamos terminando de desarrollar otra nueva variedad de soja, que le queda un año y entra en ensayo de otros dos, para terminar los ensayos de multilocalidades. Además, estamos comenzando con una nueva investigación en busca de resistencia a otra enfermedad que se denomina Sercostera también de la soja. Con JIRCAS trabajamos netamente en soja”, afirmó De Lucía.
JIRCAS, como centro internacional de investigación agrícola y ciencias agrícolas, tiene como objetivo principal la cooperación científica con países de todo el mundo. Aunque Japón no tiene un interés particular en la soja debido a su baja producción en ese país, la colaboración científica con el INTA resulta beneficiosa para ambas partes.
El nombre Doncella surge en un viaje que De Lucía realizó a Jujuy y Salta.
“Cuando tuve que decidir el nombre, sabía que sí o sí tenía que llamarse INTA JIRCAS, pero tenemos que darle un nombre de fantasía. Recuerdo que durante el viaje visité el museo de alta montaña, donde vi las momias que fueron ofrendadas a los dioses en la época de los Incas. Entre ellas, estaba la doncella, que también era usada como sacrificio. Me gustó esa historia y decidí nombrar a la variedad en su honor”, concluyó De Lucía.