Silvio Berlusconi, el multimillonario magnate de los medios de comunicación y ex primer ministro italiano que transformó la política del país con políticas polarizadoras y a menudo alarmó a sus aliados con polémicas declaraciones, falleció este lunes a los 86 años.
Berlusconi, el primer ministro más longevo de Italia, que contaba con el presidente ruso Vladimir Putin como amigo y se hizo famoso por sus fiestas sexuales “bunga bunga”, padecía leucemia y recientemente había desarrollado una infección pulmonar.
El magnate italiano falleció en el hospital San Raffaele de Milán, donde estaba ingresado desde el viernes, hacia las 07.30 GMT. Cuatro de sus cinco hijos y su hermano Paolo habían estado junto a su cama, informó ANSA poco antes de que se anunciara su muerte.
El partido de Berlusconi, Forza Italia, forma parte de la coalición de derechas de la primera ministra, Giorgia Meloni, y, aunque él mismo no tenía un papel en el Gobierno, es probable que su muerte desestabilice la política italiana en los próximos meses.
Su imperio empresarial también se enfrenta a un futuro incierto. Nunca indicó públicamente quién se haría cargo de su empresa MFE tras su muerte, aunque se espera que su hija mayor, Marina, desempeñe un papel destacado.
Su fallecimiento fue lamentado tanto por aliados como por rivales.
Las acciones de clase A y B de MFE se dispararon hasta un 10% tras conocerse la muerte de Berlusconi y los operadores de la bolsa de Milán afirmaron que podría allanar el camino para la venta de la empresa o su fusión con un rival.
Siempre polémico
Tras construir un imperio televisivo en la década de 1980, Berlusconi se lanzó a la política en 1994 y casi inmediatamente se convirtió en primer ministro. Ocupó el cargo cuatro veces (1994-5, 2001-5, 2005-6 y 2008-11) a pesar de múltiples escándalos judiciales.
Dejó el cargo por última vez en 2011, con Italia al borde de una crisis de deuda similar a la griega y su propia reputación mancillada por las acusaciones de haber organizado fiestas sexuales “bunga bunga” con mujeres menores de edad, algo que él negó.
Fue absuelto tras apelar de todos los cargos relacionados con las fiestas, pero en 2013 fue condenado por fraude fiscal, lo que le supuso una inhabilitación de cinco años para ejercer cargos públicos.
A pesar de sus problemas de salud y de las incesantes batallas judiciales, Berlusconi se negó a renunciar al control de Forza Italia y volvió a la primera línea política, obteniendo un escaño en el Parlamento Europeo en 2019 y en el Senado italiano el año pasado.
Pese a encontrarse ya en edad avanzada, siguió alimentando la polémica, sobre todo con su negativa a culpar a su viejo amigo Putin de la invasión de Ucrania en 2022, diciendo que Moscú solo había querido poner a “gente decente” al frente de Kiev.
No hay un sucesor obvio para tomar las riendas de Forza Italia, que obtuvo el 8% de los votos en 2022, y aliados y enemigos querrán arrebatarle su leal electorado, que apoyó a Berlusconi en las duras y en las maduras.
Berlusconi, siempre bronceado y promocionado enérgicamente por sus propios medios de comunicación, aportó sus grandes dotes como vendedor y comunicador al anquilosado mundo de la política, ofreciendo una perspectiva optimista que sus votantes acogían de buen grado.
También tenía un sentido del humor que a menudo le metía en problemas, el más reciente el pasado diciembre, cuando dijo a los jugadores de su equipo de fútbol de Monza que les traería “un autobús de prostitutas” si conseguían ganar a un rival de la Serie A.
Fuente: Noticias Argentinas.