Otro escándalo sacude a la Policía provincial con el presunto robo de dos fusiles FMK-3, consideradas armas de guerra, pertenecientes al comando de Apóstoles, que tiene como presunto autor a un suboficial de 37 años con prestación de servicio en Apóstoles, quien fue detenido por la Gendarmería Nacional durante la madrugada de ayer.
Días después que se hiciera pública la detención de un agente por robar elementos de una camioneta secuestrada en la comisaría de Pozo Azul, la institución debe afrontar un nuevo revés y de los más graves dentro de la Policía, como lo es el robo de armamento.
Fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN respecto al último hecho, indicaron que la investigación dentro de la fuerza estaba en curso desde hace varios días atrás y lo que se supo ayer es que el sospechoso en principio iba a comercializar las armas en San José, ya que estaba de franco (trabaja en Apóstoles) y reside en Posadas.
Desde la Policía dieron aviso a otras fuerzas y en forma conjunta desplegaron diversos controles para atrapar al sargento. Fue así que alrededor de las 4 de ayer, en un control apostado en la intersección de las rutas provinciales 105 y 205 en el kilómetro 1, jurisdicción del municipio de Fachinal, personal de Gendarmería interceptó el andar de un sospechoso que reunía en principio las características físicas del hombre buscado.
Se trataba de un motociclista quien de inmediato se identificó como policía y allí se confirmó que era el hombre buscado. La otra cuestión era determinar si ya había comercializado los fusiles o aún los tenía en su poder.
Denotando cierto nerviosismo, primero el apuntado no pudo justificar por qué circulaba en una motocicleta sin documentación ni patente y a la hora de exhibir sus pertenencias mostró cierto recelo acerca del operativo de los gendarmes y pretendía continuar paso sin mostrar absolutamente nada.
El último intento por despegarse de la guardia de Gendarmería fue manifestar que estaba en un operativo encubierto, pero tampoco tuvo como justificarlo y fue en ese entonces que le descubrieron las armas de fuego (además de la suya, la reglamentaria) que llevaba escondidas entre sus prendas de vestir, específicamente en la campera.
La investigación recayó primeramente en la Justicia Federal y lo que resta determinarse es que si el ahora exuniformado, porque desde la fuerza ya confirmaron que será dado de baja, tenía algún nexo con una banda criminal y en todo caso quién o quiénes son las personas que le iban a comprar el armamento y si ese tipo de negocios ya lo habría realizado en otra oportunidad.