La bebida milenaria tuvo su rol protagónico en su tierra madre en Argentina. Es que Misiones albergó en Posadas la “Expo té” durante tres días, jornadas donde la infusión mostró todo su presente y potencial.
El evento fue propicio para que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuario (INTA) pueda mostrar al público los resultados del plan de mejoramiento genético de la planta del té, que viene siendo desarrollado desde finales de la década del 50, utilizando la metodología de selección clonal.
En diálogo con Eco&Agro, la investigadora a cargo de la coordinación de esta iniciativa, Sandra Molina, que se desempeña en la estación experimental en Cerro Azul, indicó que lograron mejorar el rendimiento de las plantas a partir de este proyecto. También, permitió cambiar una heterogeneidad que se daba en las plantaciones en cuanto a hábitos vegetativos, rendimientos unitarios, calidad de taza, comportamiento ante plagas y enfermedades, y respuesta a las diferentes técnicas culturales.
“La premisa en todos estos años siempre fue mejorar los rendimientos de la planta. Pero en los últimos años, como estamos viendo, hay también mucho más interés por consumir un té de calidad. Crecen los productores de té artesanal, que nos demandan materiales que quizás no sean tan rendidores pero que tengan mejor calidad”, marcó.
Luego, añadió que los materiales genéticos están disponibles para toda la región productora.
“El proceso de obtención de un cultivar lleva aproximadamente 20 años de trabajo porque primero hay que realizar la selección de la planta, evaluarla por sus características morfológicas o de brotación; luego, se realiza un ranking de distintos materiales genéticos, se los multiplica vegetativamente -clonación- con el fin de obtener un gran número de plantas con el mismo material genético”, agregó.
Los clones obtenidos se implantan en una zona determinada para su posterior comparación y análisis de la respuesta en cuanto al rendimiento. De esas plantas, se realiza otra selección y los mejores materiales se multiplican nuevamente para obtener un número mayor de plantas y poder realizar ensayos comparativos de rendimientos regionales.
“El mismo ensayo se replica en distintas zonas de la región tealera para saber si un material que ha sido seleccionado en una zona por su buen comportamiento mantiene esa característica en todas las zonas de la región”, detalló Molina en la página del INTA y puntualizó: “Los materiales con buena respuesta en todos los sitios evaluados son multiplicados en jardines clonales para generar el material genético que finalmente está a disposición de los productores”.
En relación con el banco de germoplasma, la investigadora explicó: “A través de la recolección y la selección de materiales de plantas individuales que han demostrado buen comportamiento, y a través de la recolección de materiales que han sido traídos de distintas partes del mundo donde también se cultiva té -como Kenia o la India- se ha logrado conformar un banco de germoplasma que tiene alrededor de 200 materiales genéticos y que es la mayor colección de material genético de té de Sudamérica”.
“La importancia del banco de germoplasma reside en que toda la variabilidad genética se encuentra en un solo lugar y eso permite seleccionar genes o características determinadas para continuar con el programa de mejoramiento”, especificó Molina.
Con más de 65 años de trabajo, el programa de mejoramiento genético logró la obtención de 24 cultivares que se encuentran inscriptos en el Instituto Nacional de Semillas -INASE- y un banco de germoplasma con más de 200 materiales genéticos.
“Esos 24 cultivares, que son de alto rendimiento, se han obtenido a través de varias etapas de mejoramiento. A lo largo de todas las etapas de trabajo, se ha pasado de tener rendimientos promedio de 4 o 5 mil kilos por hectárea por año, a tener casi 30 mil kilos por hectárea por año en los últimos cultivares inscriptos”, explicó Molina.
Mejoramiento genético del té
Con más de 65 años de trabajo, el programa de mejoramiento genético logró la obtención de 24 cultivares que se encuentran inscriptos en el Instituto Nacional de Semillas -INASE- y un banco de germoplasma con más de 200 materiales genéticos.
“Esos 24 cultivares se han obtenido a través de varias etapas de mejoramiento. Pasamos de rendimientos promedio de 4 o 5 mil kilos por hectárea por año, a tener casi 30 mil kilos por hectárea por año”, señalo Molina.