Desde las 7.30 sentado y en silencio, Alisandro Ramón “Totito” Cruz aguardó hasta las 9 ayer en la sala de debate del Tribunal Penal 2 el inicio del juicio oral que lo tiene como acusado como presunto autor de “homicidio simple”, de la muerte de su patrón olero en el barrio El Porvenir 2, Ramón Fretes de 63 años, en una pelea que se registró durante la madrugada del 20 de agosto de 2020, cuando la pandemia de COVID-19 obligaba al planeta al aislamiento.
El juicio que tiene como padrino legal de Cruz al defensor oficial Miguel Varela y como acusador a Vladimir Glinka, fiscal del TP-2, se inició con planteos respecto a la lectura del requerimiento de elevación a juicio firmado por el fiscal de Instrucción 6, René Germán Casals. La defensa insistió en que también se leyera su versión presentada en su planteo de rechazo oportuno a la acusación.
La lectura finalmente duró dos horas y dio paso a los primeros testigos, tres peritos del Cuerpo Médico Forense y dos policías que intervinieron en los estudios al cadáver y determinación de la causa de muerte y a los primeros pasos de los investigadores para determinar las sospechas sobre Cruz.
De la lectura del auto de elevación a juicio, se remarcaron las evidencias de la participación de Alisandro Cruz en el hecho pero también de su testimonio en el Juzgado de Instrucción 7 se oyó su coartada o versión: “A los 15 comencé a trabajar para Fretes en la olería. El era alcohólico, desde las 9 de la mañana ya tomaba vino y ese día trabajé todo el día, por eso le reclamé cinco mil pesos que me debía hace un año y el me atacó con una piedra que me golpeó el ojo y después con un garrote que me pegó en el cuello, yo tuve miedo que me lastime con un cuchillo y me defendí. El era un viejo jodido con los empleados, se empedaba y no quería pagar”.
Cruz se abstuvo ayer de declarar sobre la acusación al ser entrevistado por el presidente del Tribunal, César Antonio Yaya. De todas maneras colaboró al responder sobre sus datos de identidad y contexto familiar y social. “Yo no sé ni mi número de documento, sé que tengo 25 años pero no recuerdo bien el año de nacimiento, sólo la fecha 27 de julio (…) Yo no tenía tiempo para ir a la escuela, hasta tercer grado fui y desde los 13 años trabajo y cuido a mi madre que está enferma (Estela Gladis Cruz). No sé leer ni escribir, recién ahora estoy aprendiendo un poco, pero me tienen que leer si me dan un escrito”.

Los informes forenses confirmaron que el cadáver de Fretes registró 3.21 gramos de alcohol por litro de sangre. Esto fue remarcado por el bioquímico Carlos González ayer, quien consideró que ese nivel corresponde a “una intoxicación completa. Por encima de 2,35 cualquier persona está ebria”.
La médica forense, Silvina Carolina Lanzos, también declaró ayer y explicó de su labor en la autopsia que Fretes murió por una sola lesión, de arma blanca y que se inició al “penetrar el tórax, entre el esternón y las costillas”.
Ante la consulta del fiscal Glinka sobre la mecánica o maniobra necesaria para producir esa lesión, Lanzos resumió: “El elemento punzante atravesó las costillas, eso dejó una impronta de la fuerza necesaria que se necesitó. Es imposible que una persona caiga sobre el cuchillo, tuvo que estar parado”. Agregó que los 16 centímetros de hoja del cuchillo de un solo filo penetraron hasta el ventrículo derecho del corazón, lastimando pulmones también.
La psiquiatra Cintia Roxana Diplotti detalló, a pedido de la defensa de Cruz, qué tipo de estudio se le practicó a Cruz tras ser detenido. “Se realizó una evaluación psicofísica y mental y las conclusiones fueron que estaba en condiciones óptimas y comprendía y podía dirigir sus actos. Distingue lo ilícito de lo lícito, Cruz sabe qué es un delito”.
El debate continúa hoy y hasta el viernes con la jornada de alegatos y veredicto respectivo.