El rango taxonómico de Gimnospermas posee especies vegetales muy antiguas que surgieron hace unos 240 a 290 millones de años, su nombre indica que poseen semillas desnudas a diferencia de los frutos que cubren las semillas de la mayoría de las plantas denominadas angiospermas.
El género Cupressus es representante de varias especies de pinos comúnmente llamados cipreses y emparentados, dentro del grupo de las Gimnospermas, con las araucarias, compartiendo la morfología foliar cuyas hojas simples, opuestas o verticiladas, a veces lineares cuando jóvenes y escuamiformes en plantas adultas, se disponen de manera imbricadas como tejas, tapando una a la otra y generando una especie de tallo cerrado, a veces con una espina terminal en cada folíolo que se superpone con el anterior.
Cupresus posee esa misma disposición en las ramas, tapando unas a otras, dando una estructura sólida en la copa.
Esta situación de ver hacia adentro pero no tanto y caminar y avanzar abriendo las ramas dio lugar a revisar un concepto que venía desarrollándose: La Estrella Guía, ubicada entre el 4to y 5to chakras.
La estrella guía muestra las aristas de nuestra naturaleza, posee la información de nuestra propia esencia, trae a nosotros lo que nos define y antecede sea cual sea nuestra dirección. Al movernos por la vida, hacia arriba, lateralmente o hacia dentro, la estrella guía está presente y es posible que al correr el velo que podamos darnos cuenta de su presencia. Además, es tan real su presencia que también la notan los que nos observan y rodean, ya que sienten su energía, adjudicando por supuesto esa energía a nuestro carácter o forma de ser.
Hemos podido sentir la presencia de la estrella guía cercana a los chakras 4to, 5to y 13vo, más bien parece que ancla en el 13vo y se eleva, nos eleva por dentro hasta que como una vertiente aflora en el medio cielo de nuestro cuerpo, a mitad de camino, en nuestra cintura y pecho. Así mismo, la estrella guía puede mostrarse en la boca, los ojos y la frente, recordando con palabras, miradas e intuición lo que verdaderamente somos en esta ronda de existencias.
Durante la develación de esta parte de nuestra anatomía energética, pitanga ha tenido mucho que ver, (invitando a ser camino y portal a la vez) tanto en flor como en árbol contribuye a dar el salto cuántico necesario para alcanzar niveles de conciencia superior, pero además y para poder ver bien lo que hay adentro, trabajó amorosamente una Cupresaseae.
La estrella guía a su vez, de lados y vértices desconocidos parece coincidir con un pentagrama, estructura relacionada al número áureo donde las proporciones, simetrías, divisiones y separaciones se marcan y disuelven, pudiendo llegar a lo que se conoce como proporción divina y estrella mágica.
Semejantes fractales que traen consigo la posibilidad de perdernos en un juego numérico sin resolver o alcanzar la comprensión perfecta de quienes somos en la composición justa que conforma nuestra naturaleza.
Es necesario dar un salto cuántico para animarnos a avanzar, ser el paso y el portal, para luego, corriendo algunas ramas, que parecen compactas y no dejan pasar la luz, poder ver libremente el centro, nuestro centro, fuste recto, añoso, entero. Vernos, reconocernos y movernos desde allí.
Guiados por nuestra Estrella Guía, la que cuando avanzamos ya se muestra y nos abre los caminos, develando nuestras facetas que implacablemente se expresan antes que hablemos, miremos, hagamos o estemos.