Los filtros en redes sociales llevan acompañándonos unos cuantos años. Cada vez hay más y más sofisticados. Estudios señalan los efectos que tienen en las personas, desde impactando en la autoestima de cada uno hasta teniendo el poder de popularizar ciertos estándares de belleza.
Esto ha llevado a popularizar cirugías y tratamientos estéticos que se replican debido a esta tendencia que es impulsada por influencers.
La mayoría de los filtros utilizan un tipo de tecnología de reconocimiento facial, que mapean algorítmicamente las características faciales de la persona buscando diferencias y contrastes.
Una vez que el filtro ha detectado todos esos puntos, aplica una especie de “malla” que señala dónde están las diferentes características y la inteligencia artificial las distorsiona o aplica cambios según crea conveniente atento a su aprendizaje automático.
Los filtros no solo responden a los estándares de belleza existentes, sino que los estándares de belleza de la vida real están cambiando en respuesta a los filtros. De hecho, las adolescentes que usan filtros son más propensas a considerar la cirugía estética y los cirujanos plásticos señalan un aumento en el número de clientes que solicitan cirugías que las hagan parecerse más a sus filtros.
El Boston Medical Center habla de este nuevo fenómeno conocido como “dismorfia del selfie” para referirse a un nuevo tipo de pacientes que están acudiendo cada vez más a las consultas de los cirujanos plásticos.
La dismorfia de la selfie, también conocida como trastorno dismórfico de la apariencia digital (TDAD), es un subtipo de trastorno dismórfico corporal (TDC) en el que una persona se obsesiona con los defectos percibidos en su apariencia en las fotos tomadas con dispositivos digitales, como teléfonos móviles o cámaras web.
Al respecto, la profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) dijo que “los influencers publican fotos retocadísimas en las redes sociales y a menudo detrás hay profesionales que los visten, peinan y maquillan”. “Nos muestran como un ideal algo que no es perfecto y que no es la realidad. No me estoy comparando con la modelo de cuerpo perfecto, sino con un montaje de photoshop”.
Las mujeres son también más propensas a sufrir este tipo de trastorno porque tradicionalmente los cánones de belleza imperantes fueron mucho más exigentes con ellas, por lo cual se estima que las que se encuentran en la franja de entre 16 y 25 años pasan hasta cinco horas a la semana tomando selfies, retocándolas y compartiéndolas en redes sociales, algo que comporta un alto riesgo para la autoestima y la autopercepción.
La Sociedad Americana de Cirugía Plástica Estética (ASAPS), organización líder mundial dedicada enteramente a la cirugía plástica estética, reveló que las consultas por cirugías y tratamientos estéticos aumentaron a partir de 2021 y que el motivo de ello fue la pandemia.
Especialistas a nivel mundial identificaron que uno de los denominadores comunes acerca de los motivos que acercan a los pacientes a las consultas es el uso permanente de redes sociales y de plataformas de comunicación digital como Zoom o videollamadas, que hicieron que la autopercepción de la imagen propia sea una cuestión cotidiana.
Conductas de la dismorfia del selfie
El uso de filtros en las redes sociales se popularizó tanto que los expertos ya hablan de un nuevo fenómeno llamado dismorfia de selfie para referirse a un tipo de paciente que acude a las consultas de los cirujanos plásticos para realizarse retoques y conseguir parecerse a las fotos que publica en sus cuentas de Instagram o Tik Tok.
Los especialistas señalaron que se trata de un trastorno obsesivo-compulsivo que padece un 2% de la población y que se caracteriza por una percepción distorsionada de la imagen que se tiene de uno mismo.
Según un estudio de la Universidad de Oxford, las zonas que más preocupan a la personas con dismorfia corporal son: nariz, muslos, caderas y piel en mujeres; cabello (alopecia), músculos y genitales en hombres; asimetrías en ojos y fosas nasales en ambos sexos.
Hay ciertas conductas que pueden connotar este trastorno psicológico y entre otras, se destacan las siguientes:
Necesidad de camuflaje que se manifiesta con el empleo de maquillaje, ángulos, posturas que puedan favorecer la imagen.
Comparación con uno mismo y los demás.
Conducta de verificación, que consiste en mirarse de forma compulsiva e insistente al espejo.
Aseo e higiene excesivo.
Pellizcarse la piel. Inseguridad.
Baja autoestima. Conductas evitativas como pueden llegar a ser cancelar citas con tal de no ser juzgados.