“Me lo contó un pajarito”
En Grecia y Roma, sobre todo en la última, se creía que los pájaros, al ser dueños del vuelo, poseían características magnificas de percepción. Como con el tiempo comenzaron a ver que ante una tormenta severa las aves eran las primeras en evacuar la región, los romanos las designaron como portadoras del saber futuro. De hecho, el rito de los Augurios -donde se intentaba predecir el futuro- se basaba en observar el volar de los pájaros, como lo hicieran Rómulo y Remo esperando a ver doce pájaros para fundar Roma. De ahí viene que el dicho “me lo contó un pajarito” signifique que nos enteramos de algo “misteriosamente”.
“Para el lado de los tomates”
La planta de tomates es un vegetal muy problemático para los horticultores, ya que suele contaminarse con todo tipo de hongos y parásitos que -si no son tratados a tiempo- no sólo matan a los tomatales, sino además al resto de las plantas sembradas. Razón suficiente para que los horticultores los planten bien alejados del resto de las plantas. Es por esto que decir “se fue para el lado de los tomates” significa algo así como decir que se fue muy lejos del significado real.
“Salvarse por un pelo”
¿Creías que era porque un pelo es algo muy fino, y de allí venía el dicho? No es así. Este dicho viene porque en la antigüedad los marineros, cuando caían al agua, generalmente eran agarrados y
subidos de los pelos. Por esta razón solían dejarse el cabello lo más largo posible, el cual, al hundirse el cuerpo, quedaba flotando y era un excelente punto de agarre.
“Cargar con el muerto”
En varios territorios de la época medieval existía una ley que dictaba que cuando no se podía hallar al asesino de un cadáver encontrado, los pobladores del lugar al que pertenecía dicha persona debían pagar una multa conjunta. Como a nadie -sea la época que sea- le gusta pagar impuestos, los vecinos, al encontrar un cadáver, se apuraban a cargarlo y, de común acuerdo, transportarlo y arrojarlo en un poblado vecino para salvarse de la multa.
“Vérselas negras”
Se pensaba que este dicho estaba relacionado con que generalmente cuando algo se oscurece termina siendo malo: el cielo se pone negro ante una tormenta, la comida al ponerse rancia… Sin embargo, su origen es mucho más antiguo. Cuando se ocupaba un cargo público en la Grecia pre-Edad Dorada, los ciudadanos debían recurrir a un llamativo sistema de elección al azar: metían la mano en una bolsa y sacaban de ella un pedazo pintado de madera. La mayoría de los pedazos eran negros, mientras que algunos, los que representaban ser elegido, eran blancos. De aquí viene el dicho.