El Gobierno de Entre Ríos firmó convenios con productores y se comprometió a invertir $43 millones para capacitar a personal, prevenir, monitorear y evitar la propagación de la enfermedad Huanglongbing (HLB), en plantaciones citrícolas.
El HLB es causado por la bacteria Candidatus liberibacter, considerada como “la enfermedad más destructiva de los cítricos”.
Entre algunos de los síntomas que presentan las plantaciones, ya que se dispersa con mucha rapidez antes de mostrarse masivamente, se observa la transformación de la fruta en amarga y deforme.
“La afección causa la destrucción de los cultivos en períodos cortos de tiempo y, hasta el momento, no tiene cura”, recordaron voceros provinciales.
Cómo se instrumentará
El convenio lleva las firmas del gobernador, Gustavo Bordet, y el presidente de la Federación del Citrus de Entre Ríos (Fecier), Pablo Molo, y prevé una inversión total de $43.285.196,79.
A su vez, la Fecier destinará $1.392.256,26 mensuales por 11 meses; mientras que el Gobierno sumará $ 2.542.761,63 cada mes.
“Esa inversión permitirá avanzar en monitoreos en las quintas a partir de esta semana, en un principio en las ciudades de Federación y Concordia; y luego en Chajarí, Villa del Rosario y Santa Ana, entre otras localidades”, aseguraron los funcionarios.
En la actualidad, en Entre Ríos, existen alrededor de 1.900 productores citrícolas que cultivan unas 36.387 hectáreas, y comercializan anualmente cerca de 740.000 toneladas.
Además, la producción citrícola es considerada el principal motor económico del noreste entrerriano, con más de 25.000 empleos directos, según datos oficiales.
“El compromiso con la cadena de valor citrícola es permanente”, sostuvo el secretario de Agricultura provincial, Lucio Amavet, y valoró la “confianza y seriedad” del trabajo sanitario “en conjunto con el sector productivo para obtener frutas de calidad que permitan ampliar los mercados”.
Amavet recordó que, en 2018, Bordet decretó la emergencia sanitaria respecto del HLB en toda la provincia, para así incrementar el combate a la enfermedad con diversas acciones de control, prevención y vigilancia.
Para su control en el terreno, cada monitoreador tiene su equipo con un GPS, un aspirador de diaphorina, tubos de guardado para insectos y ninfas y alcohol al 70%.
La ninfa es de coloración variada, que va desde el amarillo, al naranja y marrón; con un cuerpo aplanado ovoide y ojos rojos y antenas negras y alas en desarrollo. La misma crece en cinco estadios y mide de 0,25 a 1,7 milímetros en su última fase.