Quizás un sueño en común de muchos niños haya sido ser paleontólogos: personas que desentierran fósiles de dinosaurios, que estudian e investigan para conocer un poco más acerca de estos animales que nos antecedieron hace millones de años y que se volvieron famosos gracias al cine.
El obereño Matías Motta (29) es uno de ellos y, desde hace ya varios años, forma parte de expediciones en el Sur del país que logran importantes hallazgos. Hace muy poco, regresó de la última que se llevó adelante en la Estancia Anita, al sur del Calafate, en Santa Cruz.
En esta ocasión, el equipo del que forma parte Matías (y que es liderado por Fernando Novas, investigador del CONICET que trabaja en el Museo Argentino de Ciencias Naturales), retornó a las frías tierras montañosas para extraer las piezas de un gigante herbívoro, que les había quedado pendiente por la pandemia del COVID-19.
Se trata de un Nullotitan glaciari: un dinosaurio de cuello largo de los más grandes de la Patagonia que tiene entre 25 y 30 metros de largo. “En esa expedición de marzo del 2020, habíamos encontrado varias vértebras de la cola articuladas, es decir, una al lado de la otra en disposición. Por la pandemia, tuvimos que volver a enterrarlo para protegerlo”, contó Matías en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
En esa misma línea, recordó aquella vez en la que la pandemia del coronavirus le llegó en medio de un territorio deshabitado. “En esa oportunidad estábamos acampando arriba de la montaña en un lugar aislado de la civilización y fue allá arriba que nos enteramos que se estaba extendiendo el coronavirus. Fue muy preocupante para nosotros porque estábamos en la montaña, todavía teníamos que bajar y estábamos a 2.600 kilómetros de Buenos Aires”, relató.
Pero pasados los años, afortunadamente pudieron regresar y finalizar el trabajo.
“Durante dos semanas estuvimos terminando de extraer este dinosaurio que nos tocó volver a desenterrar. Pudimos sacar la gran mayoría de estos huesos; es un animal muy grande y cada vértebra de la cola mide más de 30 centímetros. Fue un trabajo muy faraónico por lo que sirvió muchísimo que fuéramos muchos para remover toda la roca y poder sacarlo”, celebró.
Si bien ya hace tiempo que vive en la Capital, Matías lleva a todas partes la tierra colorada, inclusive al frío suelo del Sur, donde el viento helado y la nieve calan hondo en los huesos. Los investigadores se refugiaron en carpas y es en esos tiempos libres que el obereño aprovechó para prepararles los manjares misioneros como la chipa y el mbeyú. En su bolso de viaje no pueden faltar el queso ni el almidón de mandioca.
Otros descubrimientos
“Este lugar tiene mucha historia en cuanto a lo geológico, las rocas que afloran en esta estancia son del Cretácico bien superior, es decir, los últimos momentos en los cuales vivieron los dinosaurios hace 65 millones de años. Entonces estas rocas, que fueron formadas en esa edad, contienen restos de esqueletos de distintos tipos de dinosaurios, que fueron el puntapié inicial para que Fernando y todo el equipo, en el cual me incluyo, fuimos a varias campañas, creo que esta ya fue la sexta y que siempre fueron fructíferas”, contó Matías que es becario doctoral del CONICET y trabaja en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”.
El investigador comentó que esta locación está dando que hablar a nivel mundial por los descubrimientos. Así, mencionó que allí también hallaron otro herbívoro como el Isasicursor santracrucensis, un dinosaurio ágil, bípedo con pico córneo y herbívoro, del tamaño aproximado de un caballo.
“Encontramos no solamente los dinosaurios herbívoros, también carnívoros, uno al que denominamos Maip macrothorax, un dinosaurio gigante de 10 metros de largo, del grupo de los megaraptores. Son dinosaurios realmente temibles que tenían en sus manos garras de 30 centímetros de largo, con las que seguramente cazaban a estos Isasicursos y Nullotitans”.
Asimismo, encontraron raptores más pequeños de entre dos y tres metros “que todavía no tiene nombre y está en estudio, porque estamos encontrando cada vez más materiales”.
“Inclusive encontramos aves, que son los descendientes directos de los dinosaurios y, hoy en día, muy diversas. Estamos completando todo el ecosistema que vivió a finales del cretácico en la Patagonia, en la porción más austral. Y eso es lo interesante porque, por lo general, lo que se conoce es de la Patagonia norte”, recalcó el profesional.
Por otra parte, aseguró que “hay novedades que van a tener que esperar para contar porque hay misterios que llevan más tiempo estudiarlos para develarlos”.
Actualmente, se encuentra investigando a los dinosaurios unenlágidos, parientes del famoso Velociraptor de Mongolia; y realiza investigaciones sobre la anatomía, paleobiología y relaciones de parentesco de estos animales. “Particularmente, gracias al descubrimiento que realicé junto con colegas de una nueva especie, el Overoraptor chimetoi, pudimos estudiar la historia evolutiva del grupo y sus semejanzas con las aves actuales”, concluyó.
Descubrimiento del Overoraptor
En 2020, la prestigiosa revista The Science of Nature publicó la investigación de Matías Motta. Se trató de uno de los hallazgos más importantes de los últimos tiempos: el Overoraptor chimentoi (un pequeño dinosaurio de la familia de los raptores y emparentado con las aves).
Matías fue el líder de aquella expedición que se realizó en Campo Violante, en cercanías al embalse Ezequiel Ramos Mexía, Río Negro.
El Overoraptor es un dinosaurio pequeño de más de 90 millones de años de antigüedad que no llegaba el metro y medio; sin embargo, se puede decir que era muy veloz.
Este dinosaurio representa una nueva especie para Argentina y uno que no se encuentra en otras partes del mundo. Gracias a este dinosaurio fue que el investigador obereño y el equipo que lo acompañó pudieron estudiar la historia evolutiva del grupo y sus semejanzas con las aves actuales.