Con la celebración del Miércoles de Ceniza, la Iglesia Católica dio inicio a la Cuaresma, un tiempo de preparación de cara a la celebración de la Pascua de Resurrección, fiesta más importante del cristianismo. En ese contexto, el sacerdote Alberto Barros habló con FM 89.3 Santa María de las Misiones acerca de cómo se preparan los creyentes argentinos, en medio de un panorama social complejo, atravesado por una crisis económica, educativa y política.
“Creo que hay mucha irritabilidad y poca paciencia, no se si son cosas que nos ha dejado la pandemia, sumadas a nuestras propias crisis. Si bien hay gente que realmente pones su mejor voluntad en su trabajo y actividades, lo cierto es que hay un clima de mucha crispación“, comentó.
Es en ese sentido que el párroco apuntó a que en estas fechas de preparación para las Pascuas, los argentinos en general deben aprovechar para transitar “un camino de conversión, de un cambio interior, de dejar lo que no es bueno para ir adquiriendo lo que nos hace bien, y que no es otra cosa que el camino del amor del encuentro con el otro“.
“Creo que desde la fe tenemos que hacer un aporte a lo que el Papa llama ‘la cultura del encuentro’, que no significa pensar todos iguales ni vivir de la misma manera, sino encontrar puntos de unidad, de comunión, y valoración del otro, crecer en la posibilidad de enriquecernos en la diversidad“, se explayó.
Lamentó que éste es históricamente un tema difícil en Argentina, donde “cualquier cosa generamos enfrentamiento y nos cuesta el tema de la unión“, y que es algo que pareciera que en último tiempo “se ha agravado de sobre manera”. Es por ello que reflexionar sobre este asunto y trabajar para ser mejores sería “ un aporte que podemos hacer si de verdad trabajamos la Cuaresma como preparación seria a la Pascua, para crecer en la capacidad de amar“.
Para el Padre Barros, la fe es una herramienta que nos puede sostener en medio de este difícil contexto nacional, con problemas económicos, sociales, educativos y laborales. “La fe le da a una persona la posibilidad de mantener la esperanza y de comprometerse en un camino de amor“, afirmó.
“Esa fe nos dignifica. Cuando uno cree de verdad en este Dios del amor, descubre la riqueza de la dignidad que tenemos como hijos e hijas de Dios, y esa dignidad nos permite también pararnos frente a los problemas de una manera distinta. Si tenemos esta dignidad tan grande, de ser hijos e hijas de Dios, es porque estamos llamados a una vida mejor, aun con todos los dramas que podemos tener cotidianamente. Si Dios nos ha hecho sus hijos e hijas es para que vivamos una vida linda”, continuó.
Para él, esa capacidad de descubrir la propia dignidad le permite a una persona luchar, perseverar y enfrentar problemas de una mejor manera. “A mí me impresiona, sobre todo en los barrios más humildes, cómo esa conciencia de dignidad hace que la persona diga ‘estoy llamado a una vida mejor’, y la siga luchando“
Por otro lado, lamentó que también exista una crisis en la credibilidad entre las personas. “Las relaciones humanas están muy dañadas por una historia de frustraciones, nerviosismos, la pandemia también en esto ha generado muchas dificultades, mucha gente que ha quedado muy marcada. Entonces creo que hay que reconstruir ese tejido social con esto de la cultura del encuentro, volver a valorarnos, volver a sentirnos creíbles unos con otros“, reflexionó.